«Se trató de un engaño”
Tarde entendió porque los pistoleros de Puente Llaguno fueron absueltos mientras su esposo recibió una condena infame, impuesta para cumplirla en su totalidad tras las rejas. Difícil pensar algo diferente después de 17 años de injusta prisión que representan una denegación de justicia y graves violaciones a derechos humanos con consecuencias que sufren todos los que como ella conforman su entorno familiar.
Laura Pérez, la luchadora por la libertad de su esposo, Luis Molina, funcionario de la extinta Policía Metropolitana, supone que no existirán mecanismos efectivos que garanticen la reparación adecuada de todo el daño que les han causado. Nada compensaría todo el daño causado a Luis, a ella y a sus dos hijas.
“En vez de existir mecanismos de reparación deberían implementar mecanismos exhaustivos y efectivos de prevención judicial, para que no sigan cometiendo tantas injusticias.”
Con clara conciencia de la dura realidad que vive, pero sin perder su optimismo, Laura reafirma sus convicciones.
“Cuando cometes una injusticia tan enorme como la que comete el gobierno con nosotros, estamos hablando de 17 añoooos… ¡no hay reparación válida para tanto daño causado, porque resulta que el tiempo no regresa! La única enmienda es simplemente que les den su libertad de inmediato porque es su derecho”.
La adversidad que truncó sus sueños de tener “una familia normal” comenzó en el seno de una institución aparentemente rebasada por tan grande injusticia.
“A ellos nadie los detuvo. Resulta que ellos se presentaron el día sábado 19 de abril de 2003 en la Comandancia General Principal de la Policía Metropolitana con sede en Cotiza de forma voluntaria, ante una citación por averiguaciones por los hechos suscitados en los alrededores del centro de Caracas el 11 de abril de 2002, es decir un año después.”
“Se trató de un engaño”, sostiene quien no cesa de alzar su voz denunciando todos los atropellos sufridos durante tantos años.
“Les dijeron que era por averiguaciones y que podían salir de la Comandancia en 45 días, pasaron 2 mes, luego 3, por último, les dijeron que antes de los 2 años ya saldrían libres porque no había nada en su contra y tampoco habían sido imputados. Pero para gran sorpresa de todos, la noche anterior a cumplirse los dos años exactos, el Fiscal Danilo Anderson realizó la imputación de cargos en su contra y en ese momento nos dimos cuenta en qué habíamos caído, aunque no lo que nos esperaba realmente.”
Para Laura, la libertad de su esposo significa la reunificación familiar, reconstruir su hogar luego de lidiar con la ausencia del padre de familia, ese es su principal objetivo en medio de contradicciones que han herido incluso sus sentimientos. Así lo afirma, pensando en la excarcelación de Luis y orgullosa de expresar con alegría su profundo amor por él:
“Imagínate se me sale el corazón del pecho nada más en imaginarme ese gran día para él, para mí y mis niñas, verlo salir por esas rejas de Ramo Verde y darnos el gran abrazo familiar. ¡Waooo! ¡Mi Esposo es bello! ¡Mi gran amor! ¡Adora a su Familia, a sus hijas, a su Madre!
Laura, testimonio de abnegación y entereza en la adversidad, “de lealtad en las malas”, como lo dijo coloquialmente, evoca un caso que marcó el inicio de “la destrucción del otrora Poder Judicial (mayúsculas) y que a la postre devino en el nauseabundo seudo y mal denominado poder judicial (minúsculas)”.
Esta humilde mujer, siempre con una sonrisa en su rostro, ya no pierde tiempo en preguntarse si “los métodos de la justicia son para descubrir una verdad o una mentira”, después de 17 años tiene la certeza de “la pésima funcionabilidad del Poder Judicial en la búsqueda de justificaciones absurdas de sus atrocidades”, signo de una cruda realidad explicada por la Dra. Gisel Vaderna Martínez:
“Aplicable aún más en este mundo del Derecho Penal, donde se ha perdido la perspectiva, donde se ha perdido el respeto por la dignidad del ser humano. Donde lo excepcional se volvió regla y de allí lo anormal fue asumido como normal, donde el poder y la ambición nubla y vuelve ciegos a quienes los ostentan, o tratan de engañarse a sí mismos con un discurso y dialéctica que resulta incoherente con sus acciones, donde tal vez con nuestro silencio nos hicimos cómplices solidarios de un sistema indolente, cruel y perverso, donde cada día, de aquel proceso penal que soñábamos, que nacía en el año 1999, sólo quedan miserias disfrazadas bajo la existencia en letra muerta de 23 principios de un sistema que se dice ser acusatorio… en fin, donde haber estudiado, ser preocupado, honesto, responsable, no ser pusilánimes ni adulador para congraciarse, sino por el contrario, tener criterios lógicos, ser racionales y coherentes, resulta una verdadera amenaza…”
@jolcesal