La universidad subestimada
El problema universitario cuenta con una profundidad y complejidad política a la que debe responder el parlamento, por profundos y complejos sean los otros problemas que confronta. Por lo demás, existe una evidente e insoslayable correlación, aunque la juren inadvertida.
Luego de numerosas declaraciones, el 11 de noviembre de 2019 suscribimos un artículo intitulado “Una Comisión Especial para las Universidades”, publicado por Noticiero Digital, que, por un lado, sintetizaba una propuesta trabajada conjuntamente con la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (APUSB); y, del otro, evidenciaba las limitaciones respecto al diseño institución de una Asamblea Nacional que heredó, pero sigue recreando, un Reglamento Interior y de Debates (RIDAN) de cuño chavista. Valga la cuña, no solemos improvisar.
En la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional, de fecha 27 de febrero del presente año, sugerimos la creación de una Comisión Mixta para abordar responsable y cabalmente la tragedia que vive la universidad.
Yendo más allá de la Sub-Comisión que atiende ampliamente la materia educativa en el seno de la Comisión Permanente de Desarrollo Social de muy variadas competencias, luce obvia la necesidad de conformar la referida Comisión Mixta con representación de las comisiones permanentes de Desarrollo Social, Política Interior, Política Exterior, Cultura y Defensa, para afrontar la difícil coyuntura en la que corre peligro la propia existencia de la universidad en Venezuela, a dedicación exclusiva como un buen día lo aspiramos para el Esequibo, muy antes de que el caso fuese remitido a La Haya. No obstante, la iniciativa sobre la universidad ha sido desechada, ojalá, hasta nuevo aviso.
El diputado Biagio Pilieri, sub-jefe de la citada Fracción 16 de Julio, replanteó el tema el día 3 de marzo de los corrientes, en la reunión sostenida por la junta directiva con los representantes de todas las fracciones que hacen vida en la corporación legislativa, pues, nada se decidió en la referida sesión. Simple, alegaron la existencia de una Comisión Especial de Educación Superior que nunca ha aparecido, porque – algo elemental – cumplió su cometido con un informe de 2016, de acuerdo al artículo 42 del RIDAN.
Las universidades, en franco peligro, requieren de una mínima instancia de orientación, coordinación y conducción que debe darla la Asamblea Nacional en defensa de la autonomía, pero – también subestimadas – quedan a la deriva, pues, ni siquiera sus gremios logran responder nacionalmente a los retos planteados. Y, por cierto, en esta dinámica de supervivencia individual, quedan igualmente prisioneras de los intereses del régimen que también las ha infiltrado, como de la razón burocrática – harto weberiana – de sus elencos.