La generación del milenio y las trampas de la historia
El término millenials se utiliza en inglés para referirse a los nacidos entre 1981 y 1996, es decir, gente que tiene entre 24 y 39 años, que llegaron con el cambio de siglo. La traducciones al español del término incluyen el inexistente término “milénico”, el existente pero inadecuadamente empleado “milenios” y probablemente el más correcto de “generación del milenio”.
En un artículo reciente de John Phelan aparecido en el Center of the American Experiment y titulado “Millenials are ignorant of history. They also like socialism. Coincidence? (La generación del milenio es ignorante de la historia. También les gusta el socialismo. ¿Coincidencia?) se señala que de acuerdo a un estudio reciente presentado el Día de la Memoria del Holocausto, dos tercios de los millenials en los Estados Unidos no pudieron identificar lo que era Auschwitz, ni por supuesto el horror que ocurrió en ese campo de exterminio. Es decir, que el conocimiento del genocidio que aniquiló a unos 6 millones de judíos durante la segunda guerra mundial no está afianzado entre un grupo muy significativo de la población.
Los millenials representan indudablemente el futuro, por razones simplemente biológicas. Pero cabe añadir que estudios publicados en el Huffington Post revelan que son también la generación con mayor nivel de educación en la historia de los Estados Unidos. Es decir que se presenta la paradoja un tanto incomprensible de que en relación a un importante episodio de la historia de la humanidad quienes tienen más acceso a la información y la educación son quienes tienen un menor nivel de conocimiento real sobre los hechos históricos.
Según el artículo, la ignorancia de la historia puede también explicar el hecho de que los millenials son el único grupo etario en los Estados Unido en el cual una mayoría tiene una visión favorable del socialismo, como fue reportado en el Washington Post en 2016. Una encuesta nacional Reason-Rupe encontró que más de la mitad de los estadounidenses menores de 30 años tenían una visión favorable del socialismo, comparado con menos de un tercio en aquellos mayores de 30 años. Más aún, una encuesta Gallup encontró que mas de dos tercios de millenials estarían dispuesto a votar por un candidato “socialista” a presidente. Esta sorprendente proporción debe compararse con apenas un tercio que estaría dispuesto a hacerlo en la generación de sus padres.
Banalizar esta información y transformarla en el ridículo argumento de que una conspiración comunista encabezada por el senador Bernie Sanders, con el apoyo de los millenials, pretende apoderarse de los Estados Unidos, algo que de manera impúdica repiten muchos venezolanos refugiados del horror chavista en tierras norteamericanas, es un acto de profunda irresponsabilidad intelectual y ciudadana.
Mucho más interesante es intentar entender qué es exactamente lo que respaldan muchos millenials del discurso de Sanders para poder argumentar y discutir con ellos. Es significativo que según el mismo artículo, los millenials tienden a rechazar un aspecto fundamental de la definición del socialismo real, que tiene que ver con la propiedad del Estado sobre los medios de producción. Sólo el 32 por ciento de los millenials favorece una economía manejada por el gobierno. Es decir que los millenials parecen ignorar un aspecto fundamental del “socialismo real”, unido al control social y la represión, que ha llevado a su fracaso estruendoso en todos los países donde se ha intentado su implantación.
Todo parece indicar que entre los millenials se ha ido instalando una posición de apoyo a ciertas reformas sociales que en Europa se asocian no al comunismo, sino a la socialdemocracia, especialmente la socialdemocracia escandinava, y que están relacionadas con el acceso a la educación, los impuestos progresivos y la cobertura médica universal. Dicho esto, es innegable que las posiciones de Sanders respecto a Cuba y a Venezuela y su admiración por los logros de la revolución cubana son inaceptables y profundamente dañinas para la causa de la libertad y la democracia. Pero es indispensable actuar con inteligencia y prudencia en esta compleja discusión y no meter todo en un solo saco irracional rojo, rojito.
La simplicidad argumental de muchos de nuestros compatriotas, quienes pretenden ver una conspiración comunista en la candidatura de Sanders apoyada por los millenials y supuestamente tolerada por el Partido Demócrata, contribuye a la polarización de la política norteamericana y es tan dañina como el apoyo indiscriminado a Trump por el solo hecho de que el gobierno norteamericano, con Trump a la cabeza, ha apoyado de manera muy clara el esfuerzo de la resistencia venezolana contra el azote chavista. Ello a pesar de que está claro que algunas políticas de la actual administración afectan la estabilidad de las instituciones. Del mismo modo, quienes pretenden tratar a venezolanos pertenecientes al Partido Republicano como si fuesen fascistas, machistas, y enemigos de su propia gente, es completamente inaceptable.
Los venezolanos deberíamos haber aprendido, y no lo hemos hecho, que más que ninguna otra cosa lo que nos trajo a Chávez fue una combinación de resentimiento social, polarización, colapso del sistema de partidos y debilitamiento de las instituciones.
Esta combinación letal le abrió la puerta a la hecatombe populista del Comandante Galáctico. Lo que nos conviene propiciar es el apoyo bipartidista a la resistencia venezolana contra el chavismo. Eso significa reconocer y agradecer el apoyo decidido del actual gobierno norteamericano y, al mismo tiempo, interactuar con ambos partidos para que se entienda que la crisis venezolana afecta a toda la región y que no hay manera de que los venezolanos podamos salir solos de esta crisis.
De vuelta a los millenials. El artículo que cito arriba concluye con una estrofa de una canción de Whitney Houston “… I believe the children are our future …”. Es indispensable discutir y profundizar en las razones de la ignorancia de la historia entre las nuevas generaciones e intentar por todos los medios que no se repitan los horrores del Holocausto o del “socialismo real” por desconocer los procesos sociales que llevaron a ellos y repetirlos. Estas tragedias solamente florecen en medio de la ignorancia de la historia. La educación es un pilar fundamental de la democracia y la libertad.