Juguemos a ser libres
Existen similitudes previsibles entre el béisbol, la filosofía y la política. Quizás una de las fundamentales es jugar en equipo, hacer las jugadas de rutina y obedecer las señas del manager. Sin estas reglas no hay hit o estacazo de cuatro esquinas que valga porque al final lo que produce la victoria, no es hacer las cosas como uno piensa, sino como son por bien cumplidas. Es ese el carácter que intimida al contrario desde el mismo momento que nos ve el uniforme en el campo. “A estos tipos va ser difícil vencerlos”, exclama asustadizo cuando palpa armonía en su rival. Tanto en béisbol como en la política la derrota o el triunfo muchas veces está antes de cotejo…
Adivinar la seña del contrario…
Hace unas semanas fue invitado por el Presidente de Venamérica, Luis Corona, para dar honrosa clausura a la Asamblea Ordinaria de la ONG. Qué podríamos decir a esta alturas del partido que no se haya dicho para convencernos que en la unidad está la fuerza y que el juego no se acaba hasta que se acaba [Dixit Yogi Berra/It ain’t over till it’s over]. En materia de liderazgo y del track del ser, lo predecible, lo evitable, es esencial. Y uno de los valores esenciales del poder, es querer, que es creer, que es la representación de la voluntad. Creer que las cosas se anticipan ha sido el método del racionalismo clásico que dio pie a la cultura política más importante del mundo democrático y a la codificación más prolija de la humanidad, esto es, el existencialismo normativo devenido del eurocentrismo románico-greco-germano.
En el béisbol también es clave anticiparse a la jugada, hacerlo con el librito. Si el equipo gana por diferencia de una carrera y el contrario logra una base sin outs, normalmente el bateador de turno tratará de tocar la bola para avanzar al corredor. En ese momento debemos jugar cuadro adentro para esperar el toque y el pitcher deberá lanzar a la barbilla del bateador, para evitar el avance…En política ocurre lo mismo. Si tenemos al contrario tratando de sobrevivir y anotar, lo menos es creer que el partido lo tenemos ganado, por lo que hay que asegurarlo y lanzar al cuello. Ello implica movimiento y tenacidad…Cualquier jugada cuenta y más cuando tenemos al árbitro comprado, el manager del otro equipo chimbo por tramposo y poco sobrio; refuerzos que nadie autorizó y bates sembrados con corchos…
Yogi Berra tambien decia: “You’ve got to be very careful if you don’t know where you are going, because you might not get there”. En política es lo mismo. Debemos tener mucho cuidado si no sabemos adónde vamos porque podemos no llegar allí. Me da la impresión que muchos por estos días andan más perdidos que el fulano manager «embotellado». Y en la pelota como el dominó, los mirones son de palo. Cuidado porque nos hacen llegar adonde no queremos ir…
Squeeze play
Compartí con mis oyentes de Veamérica una experiencia de vida. Siendo un niño de 12 años, Julio Castro padre, nuestro manager de los Tigres de Prados del Este, me grita [jugando yo tercera base]: “Baja a la goma boca abierta que te van a dejar la bola en los pies”… El juego estaba empatado y el rival [Panteras] tenía hombre en tercera base con dos out, último inning. No le hice caso a Julio [padre de nuestro querido médico / infectólogo Julio Castro, quien no sólo un gran galeno sino un peloterazo, un catcher fenomenal]. Ciertamente el bateador tocó la bola, la pelota quedó en mis pies [y en mis peores recuerdos] y nos dejaron en el terreno. Por años pensé que no era lógico “tocar la bola con dos outs”, pero ese no era el tema: el asunto era hacer caso, esperar la dominicana, anticipar la cubanada. Comprendí que obedecer es vital, no echarle la culpa al otro y asumir el error, para corregirlo y redimirlo. Esperar lo inesperado para evitar lo indeseado. Perder un partido con “squeeze play” fue a lo menos vergonzoso por lo que siempre hay que estar atento, cuadro adentro, moviéndose y bien agachado…Ver a las gradas es-además-correr el riesgo de un pelotazo.
“No sería el hombre que soy si no fuese el niño que fui” escribió Albert Camus. En la vida he podido evitar algunos tropiezos simplemente siguiendo pautas clásicas: previendo y evitando lo inevitable por predecible; por creer y hacer lo correcto aún cuando luzca inaplicable. Corrigiendo inocente pero sana y noblemente.
Muchos piensan que tenemos el juego perdido. Otra de Yogi Berra: “Love is the most important thing in the world, but baseball is pretty good, too…” y ésta de Albert Camus: “No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar…». Si cruzamos la «filosofía del pelotero de San Luis y el filósofo Argelino, el resultado será el mismo. Aplicable a lo político, a lo social, a lo grupal y a lo íntimo: Amar es lo más importante del mundo, pero la politica tambien es muy buena […] Nuestra desgracia ha sido no saber amarnos a nosotros mismos, no creer en nosotros, no confiar en equipo, obedecer al mandamás, por lo que creemos !que el juego se acabó cuando aún no ha terminado!
“Seamos el niño que fuimos”… Ese día nadie nos dejará en el terreno con los grilletes en los pies, avergonzados y con el más pesado de los recuerdos. !Juguemos a ser libres! No hacerlo es no saber amarnos, por lo que es una trágica desventura…
@ovierablanco
Embajador de Venezuela en Canadá