Jaque a la existencia

Opinión | marzo 26, 2020 | 6:22 am.

Venezuela no la tiene fácil para enfrentar la emergencia sanitaria internacional que ha sido denominada como Covid-19. Desde China el coronavirus viene sacudiendo naciones enteras dejando un saldo lamentable de vidas. El drama de Italia que parece extenderse a España y a otros países europeos, ponen de relieve el reto que tiene la comunidad científica de conseguir una vacuna que pueda, en corto plazo, bajar la letalidad y el número de contagios que hasta ahora se ha observado.


Mientras la comunidad científica y los grandes laboratorios hacen su trabajo, el liderazgo político tiene una enorme responsabilidad. Por un lado, adoptar medidas para que, una vez superada la emergencia sanitaria internacional, la vida económica, que evidentemente terminará seriamente afectada, pueda recuperarse para ofrecer bienestar colectivo. Por el otro, están en la obligación de conducir las acciones de acuerdo a las recomendaciones de organizaciones multilaterales como la Organización Mundial de la Salud para evitar la propagación exponencial del virus. Así como la acción cooperativa entre distintos actores internacionales es indispensable, también tiene su correlato en la necesaria concertación de los actores fundamentales de una nación: gobierno y demás poderes, organizaciones políticas, sociedad civil y los distintos gremios.

Un país dislocado

Desde hace bastante tiempo, quizá demasiado, Venezuela es un país dislocado, inmerso en una lucha por el poder, unos por quererlo y otros por mantenerlo. En todo ese tiempo las instituciones se han debilitado sensiblemente dejando al ciudadano indefenso.

En la actual emergencia nadie está a salvo. Todos, cada venezolano puede ser afectado por la pandemia, bien por infección o por la escasa capacidad de sobrevivir a las medidas necesarias para impedir su expansión: cuarentena, aislamiento social, acceso a bienes esenciales, etc.

En ese proceso de dislocamiento institucional, el sistema sanitario nacional revela una profunda debilidad para poder atender los requerimientos que exigirían los ciudadanos a la hora de ser infectados por el virus. Es una realidad inocultable, aun cuando el gobierno pretenda hacer ver lo contrario. La presencia de personal cubano y de cualquier otra nación pone de relieve la verruga frente a todos.

La urgida sensatez

No es posible edificar una nueva nación sobre las cenizas. Si esperamos por eso no quedará nadie que coloque la primera piedra de la nueva nación. El mundo, no un país ni una nación, ha entendido que solo a partir de la cooperación y de acuerdos multilaterales será posible enfrentar con éxito la emergencia sanitaria internacional. Con las debilidades institucionales y financieras de Venezuela será inviable superar la amenaza que nos acecha con el devenir de los días.

La guerrilla filipina hizo un alto al fuego. La ONU pide un alto al fuego en el mundo. Todos buscan unir esfuerzos frente al enemigo común: el Covid-19. Voces sensatas se dejan oír por estos días: Ricardo Cussano, presidente de Fedecámaras ofrece un plan para enfrentar la crisis del ahora y del más tarde. Henri Falcón convoca al acuerdo nacional. Henrique Capriles muestra su preocupación y hace lo propio. Los alcaldes mirandinos del Área Metropolitana, junto al gobernador Héctor Rodríguez, unifican esfuerzos y cooperan por encima de las diferencias.

No son tiempos de mostrarse solo ante los partidarios, de andar exponiendo cuan incisivo se puede ser frente al adversario, sino de exhibirle al gran país un liderazgo político dispuesto a enfrentar lo intangible, lo no visible, para evitar que el jaque se convierta en mate.

@LeoMoralesP