Dr. Félix Pifano, fundador del Instituto de Medicina Tropical de la UCV
En esta época de coronavirus he pensado en la falta que le hace al país científicos de la talla del doctor Félix Pifano. En 1947 se convierte en el padre creador del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela mediante un decreto firmado por el presidente de la República, Rómulo Gallego. Comenzó así el estudio de las enfermedades tropicales en el país. El doctor, junto a otros estudiosos tales como Arnoldo Gabaldón y Enrique Tejera, erradicaron la fiebre amarilla en Venezuela, así como otras enfermedades: tuberculosis, leishmaniasis, mal de chagas, amibiasis intestinal y hepática, etc.
Fueron muchas sus publicaciones. Más de 200 trabajos de investigación científica, aportes invaluables para el conocimiento y control de las enfermedades tropicales, venezolanas y latinoamericanas, fueron reconocidos en América y en el mundo, lo que le valió numerosas condecoraciones y reconocimientos de distintas universidades e instituciones científicas.
Fue Médico e Investigador, Decano de la Facultad de Medicina y laureado de la Academia Nacional de Medicina de París.
Contrajo nupcias con la doctora Angelita Cordido de Pifano. Del seno de esa unión matrimonial dio como fruto cuatro hijos: Edmundo, Hernán, Alicia y Emilia. El maestro Pifano falleció el 8 de agosto de 2003 a los 91 años.
Me sumo a los que han propuesto que los restos del doctor Félix Pifano merecen estar al lado de los del doctor José María Vargas en el Panteón Nacional.
San Felipe, pueblo de arboles y montañas
Félix Pifano Capdevielle nació el 1 de mayo de 1912 en una casa de la calle Real en la aldea capitalina de San Felipe estado Yaracuy. Era un pueblo de 2.500 habitante. Sus padres fueron don Carmelo Pifano, de origen italiano, y doña Josefina Capdevielle, yaracuyana de padres franceses. Los estudios de primaria los realizó en el colegio “Montesinos”, en su pueblo natal. Desde temprana edad fue un apasionado del estudio de los animales, los insectos y la biología. Se graduó de bachiller en el Colegio La Salle de Barquisimeto. Su trabajo de grado fue: “Las serpientes ponzoñosas del estado Yaracuy”.
Llegó a Caracas en un camión de verduras
En 1929 viene a Caracas a inscribirse en la Facultad de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Un camionero solidario le da un aventón y lo acomoda entre las verduras, sentado entre los apios, cebollas y tomates.
En julio de 1935 se gradúa con el título de Doctor en Ciencias Médicas con una investigación tutorada por el Doctor Enrique Tejera titulada: “Contribución al estudio etiopatogénico y clínico del emponzoñamiento ofídico en Venezuela”.
En 1936 regresa a Yaracuy, ejerce la medicina tropical junto al doctor Enrique Tejera combatiendo todas las enfermedades (malaria, tifus, mal de chagas, tuberculosis, leismaniasis, etc.) muy arraigadas en esa ciudad montañosa.
En 1938 inicia un viaje por Centro América con el doctor Arnoldo Gabaldón. Entre otros países van a Costa Rica y Panamá. Ese trabajo les permitió desde el recién creado Instituto de Malariología erradicar la fiebre amarilla en el país.
Fundó junto con el doctor Martín Mayer la sección de investigación del Instituto Nacional de Higiene en Caracas. Desde este instituto profundiza los estudios sobre la enfermedad de chagas, Leishmaniasis cutánea y visceral, amibiasis intestinal y hepática, esquistosomiasis, micosis sistemática y otras enfermedades.
De vuelta a Caracas en 1939, el doctor Pifano pasa al Instituto Nacional de Higiene, donde se desempeña como Protozoólogo. En 1940, junto al doctor Martin Mayer funda la sección de Investigación.
El científico venezolano, a los 24 años de edad, ya había publicado varios trabajos sobre paludismo, mal de Chagas, tuberculosis, sobre las serpientes ponzoñosas, otros.
Exiliado en México
En la época de la dictadura militar del general Marcos Pérez Jiménez, el doctor Félix Pifano era un opositor a la dictadura y firma un documento preparado por el doctor Arturo Uslar Pietri, que le trajo como consecuencia tener que salir al exilio en México. En el país azteca cursó estudios de Cardiología. Regresa a la patria en 1958, con la caída de la dictadura y se incorpora a la UCV.
Al Maestro con cariño
Las clases del doctor Pifano fueron magistrales. En su larga carrera docente pasaron por sus aulas más de 16.500 alumnos. Todo un maestro de estilo y brillo, con un dominio perfecto del lenguaje y la dicción. “caminaba por el auditorio de un lado a otro, reflexionando. Era sonriente, apacible. Iba de traje siempre gris y corbata negra. Era un hombre de pequeña estatura, algo abultado el abdomen, amplia frente, de pelo cano. Su postura y su caminar delataban sus dolencias lumbares, así como el cuello ladeado por alguna deformidad en su cervical”. Un estudioso infatigable.
El doctor Pifano dio clases en la universidad durante 50 años. solo aceptó ser padrino de dos promociones de médicos, la última de ellas en 1972 en donde se graduó su pupilo, Rafael Orihuela.
En 1992, a la edad de 80 años le entregó el mando en el instituto de Medicina Tropical a sus sucesores, los doctores Nelson Mondolfi y Edgar Belford. Nunca abandonó la universidad. Asistía al instituto todas las semanas.
Un hombre dedicado a la docencia y la investigación
Compartía los estudios de Medicina en la universidad con la docencia. En 1932, fue Profesor de Biología del Liceo San José de Los Teques, estado Miranda, y de 1934 a 1935 fue Monitor de Clínica Médica, Monitor de Clínica Obstétrica e interno del Hospital Vargas de Caracas. Desde 1941 hasta el día su muerte fue Profesor Titular de la Cátedra de Medicina Tropical de la UCV. Entre 1944 y 1946 fue Decano de la Facultad de Medicina de la UCV, y desde 1947, fundador y Director del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, que hoy lo honra y lleva su ilustre nombre.
Méritos y legado
El doctor Pifano fue laureado en 1949 por la Academia Nacional de Medicina de París por sus trabajos de epidemiología de las enfermedades de los países cálidos. En 1953 recibió la Orden del Libertador con el grado de Caballero, y después en 1970 con el grado de comendador. Fue distinguido con la Orden Andrés Bello en su Primera y segunda Clase, y ganó el Premio Nacional de Ciencia que otorga el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas.
Fueron muchos los reconocimientos que recibió, aunque no era muy dado a los elogios. Lo propusieron muchísimas veces como padrino de promoción, pero aceptó dos con un argumento “hay que darle estimulo a los nuevos docentes”.
Un microscopio y un colcho con pensamientos y refranes
El año 1975 fui con Freddy Rincón a una reunión en Medicina Tropical con el doctor Orihuela. Ese día conocí al doctor Félix Pifano. Con el tiempo hice una gran amistad. Era un hombre de buen humor, conversador, refranero. Hablaba del futuro del país, siempre con un consejo a flor de labio. En su oficina había un microscopio y un colcho grande en la pared donde tenía grapado con clip centenares de pensamientos, dichos y refranes. Entre el equipo de médicos que acompañaban al doctor Pifano, además de Orihuela, recuerdo a Alejandro Mondolfi, Edgar Belford, Jaime Torres, Nelson Mondolfi, otros. En esa época yo era estudiante de la Facultad de Derecho y dirigente estudiantil. Todos los compañeros que necesitaban un médico se lo llevábamos al doctor Orihuela, quien nunca dijo que no. Los atendía a todos, y les conseguía remedio.
“No solo fue un científico, era músico y compositor…”
En 1929 cuando el bachiller Félix Pifano llegó a Caracas, su situación económica era menguada, “pero él, que tenía gran aptitud musical, tocaba bandolín con soltura y además, en su infancia había tomado algunas clases de piano con la señora Eugenia Artiles”.
Comenta el doctor Orihuela, que “no solo fue un científico, era músico y compositor, tocaba bandolín y tocando el piano. Era un fenómeno. Esos fueron sus dos instrumentos musicales inseparables. Gustaba dar serenatas con sus compañeros. Cuando el amor despertó en su corazón, compuso el vals ‘El Tábano’ en honor a su esposa Angelita. Tocaba el piano en el Teatro Principal de Caracas. Con eso se ayudaba económicamente”. Años después Hernán Pifano, hijo del gran maestro, me ratificó que su padre era un lírico amante de la música, y fue gran amigo de Alirio Díaz (uno de los más importante guitarrista de Venezuela), porque eran como vecinos, uno larense y el otro yaracuyano.
El doctor Rafael Orihuela estuvo muy ligado al doctor Pifano los últimos 35 años de su vida. Fue su alumno, su asistente de cátedra, se gradúo y pasó a ser su asistente y su adjunto en la dirección del Instituto de Medicina Tropical.
El año 1989 el doctor Pifano propone al doctor Orihuela como Director del Hospital Clínico Universitario de la UCV. Ejerció el cargo hasta 1992, que pasa a ocupar el cargo de Ministro de Sanidad y Asistencia Social durante el segundo periodo presidencial de Carlos Andrés Pérez, y el breve periodo del presidente interino Octavio Lepage, después de la destitución de Pérez. Renunció en junio de 1993.
“Todo lo que sobresale estorba”
Recuerdo un almuerzo con el doctor Pifano y Orihuela en el cafetín de Medicina Tropical, que era atendido por el señor José Oliveira y su esposa. Ambos ya habían cesado en sus funciones y recordaron los episodios del nombramiento de Director del Hospital y el de Ministro, las oposiciones y los apoyos por parte de las autoridades universitarias. El doctor Pifano reflexiona y le dice: “Te das cuenta Rafael, te dije que siguieras adelante y recuerda: todo lo que sobresale estorba”.
[email protected]
@marioevaldez