Cosas que he visto y leído en estos días

Opinión | marzo 24, 2020 | 6:24 am.

Quienes me conocen saben que toda la vida he sido ratón de biblioteca. Tanto, que me “jubilé” una semana entera del colegio para irme a la Biblioteca Nacional —que en esos años funcionaba donde ahora está el Palacio de las Academias— y leer La Divina Comedia en un hermoso libro con ilustraciones de Gustavo Doré.


En estos días en los que hago un curso avanzado de ermitaño, huyéndole a las posibles oportunidades de contagio, es una de las ocupaciones que he tenido y disfrutado. He vuelto a leer textos muy disímiles. Por ejemplo, The Source de James Michener, una novela de más de mil páginas donde —empleando como excusa una excavación arqueológica en Galilea— el autor narra varias historias usando como foco objetos encontrados en diferentes niveles, desde lanzas de pedernal de cuando los hombres de las cavernas, hasta una bala de fusil disparada durante la guerra desatada por los países árabes contra los israelíes en 1948. Entre esos dos extremos encontramos relatos relacionados con las vicisitudes sufridas por familias y grupos humanos durante las sucesivas invasiones mesopotámica, egipcia, romana, de los cruzados, otomana y de los ingleses. Me di un gustazo; la recomiendo ampliamente. Si es que todavía la consiguen.

Pero también volví a leer a Tucídides. Además de repasar trozos de su Historia de la Guerra del Peloponeso, leí su narración acerca de la peste que asoló a Atenas en el año 430 A.C. Les traduzco unos párrafos que muestran la similitud entre lo que pasó hace veinticinco siglos y lo que sufre el mundo hoy.

“Se dice que la peste comenzó en Egipto (…) Su aparición en Atenas fue repentina (…) Yo simplemente describiré sus síntomas, añadiendo algunos puntos que puedan ayudar en el conocimiento de la enfermedad, en la posibilidad de que vuelva a suceder en el futuro. Puedo hacerlo porque fui una de sus víctimas, y testigo de los sufrimientos de otros. (…) Golpeó sin aviso a quienes estaban sanos, comenzando con una fiebre, (…) internamente, la garganta se inflamaba y la respiración se hacía dificultosa e incompleta. Seguían estornudos y dolor de garganta; inmediatamente, el problema descendía hasta el pecho, causando tos severa. (…) No había, virtualmente, remedio alguno que pudiera ser aplicado para solucionar el mal, porque lo que ayudaba a algunos dañaba a otros. (…) Lo peor de la calamidad era la desesperación que se sentía al pensar que se había enfermado. (…) Los sobrevivientes demostraban su compasión por los enfermos y agonizantes porque tenían conocimiento personal del sufrimiento. También se sentían confiados porque la enfermedad no atacaba dos veces a la misma persona, por lo menos no fatalmente”. Creo que ya se puede observar la semejanza con lo que acontece actualmente. Solo una frase más del historiador griego para que nos sirva como precaución: “Añadido a todos sus otros efectos, la plaga causó un gran aumento en la comisión de delitos”. Están avisados, particulares y autoridades…

Pero también vi cosas. Pude ver y escuchar a la Merkel y a Macron con tremendos discursos apelando a la solidaridad, el sacrificio y la templanza por parte de sus connacionales. También cómo líderes de muchas naciones han decidido influir con medidas monetarias y financieras para socorrer a los más débiles de sus paisanos; desde Trump, que controla la mayor economía del mundo, hasta Bukele, presidente de uno de los países más pobres del hemisferio. Todos con moral suficiente para pedirle a los más ricos que sacrifiquen capital, rentas, ganancias para apoyar a la comunidad, socorrer a la pobrería y ayudar a que los empleos sigan permitiendo sobrevivir a la masa trabajadora. Muy diferente a lo que observamos en nuestro suelo. Aquí, el régimen y sus acólitos aparte de mentiras, lo que reparten es amenazas. Alguien dirá que es lo único que les queda para distribuir, porque todo lo demás se lo robaron.

Voces sensatas han propuesto que se difiera por algún tiempo la aplicación de algunas normas como el pago del IVA, la del encaje legal de los bancos y, sobre todo, del Código Orgánico Tributario. Todas son inconvenientes para permitir que los patronos puedan seguir con sus empresas y comercios abiertos. ¡Nada! Están tan urgidos de plata (para seguírsela robando, no para aliviar la situación) que no aceptan las sugerencias. Y si alguien ocurriera ante el Tribunal de la Suprema Injusticia solicitando la inexequibilidad de este último instrumento —porque fue pasado por la ilegal constituyente cubana, por ejemplo— estaría solo perdiendo el tiempo porque sus en mala hora miembros son parte de la misma comandita gobiernera.

Pero también he leído, como todos, un radiograma filtrado que, supuestamente, firmó un comandante de una ZODI. La redacción —como muchas de los escritos originados en los altos niveles de las administraciones civil y militar— es de una pobreza gramatical y conceptual altísimas. Y con disposiciones que coliden con el articulado de “la mejor Constitución del mundo”. Se ordena actuar de manera “contundente y estricta”. Lo más seguro es que en los niveles subalternos de la oficialidad y la tropa interpreten la orden como “caerle a culatazos a todo el mundo”. ¿Será eso lo que intentó el emisor del radiograma? A lo mejor, sí. Es que abundan los chafarotes. Y lo peor es que se creen salvadores de la patria…

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