Ciudad y vivienda
Uno de los grandes problemas de las capitales europeas, a la par de la migración, el ascenso del populismo de derecha, el Brexit, o ahora el coronavirus, es el déficit de vivienda. Esto es común a Berlín, Barcelona, París o Londres. No hablemos de las zonas informales que existen en todo el mundo.
Para que haya ciudad antes tiene que haber vivienda. Estamos hablando de un techo que le proporcione dignidad al núcleo familiar, que le permita contar con condiciones de salud, descanso y pertenencia para propiciar la realización individual. Esto se logra a través de una vivienda segura, confortable y digna. Luego la vivienda juega un rol social estratégico en el desarrollo de un país.
No es solamente que la vivienda es el sector que genera más empleo dentro de la infraestructura, sino que esta es la función que demanda más mano de obra no calificada en un país. Aunque también requiere labor calificada, puede generar mayor cantidad de empleo para los pobres en la Transición, aspecto políticamente crucial. El desarrollo urbano tiene por objeto mejorar las condiciones de habitabilidad de una ciudad y cuando nos referimos a esto hablamos de vivienda, servicios públicos, equipamientos urbanos, espacios públicos, zonas informales, cultura ciudadana, etc., de manera que la vivienda no es un asunto marginal dentro del desarrollo urbano, sino primario y crucial diría yo. Porque es la semilla fundamental de la ciudad. Es la vivienda, el vecindario, el barrio, la urbanización, el sector, la parroquia, el municipio, el distrito, la ciudad el estado, el territorio, el país. Todo ello ocurre porque hay gente residiendo en viviendas. Así, somos residentes, habitantes, vecinos, parroquianos, munícipes, ciudadanos, paisanos, etc.
Por otro lado, aunque el desarrollo urbano promueve la habitabilidad, también contribuye a la competitividad y a la sostenibilidad de la ciudad. Los instrumentos de que se vale para lograr tales cometidos son el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, los lineamientos nacionales así como regionales de ordenación y desarrollo del territorio, al igual que los de ordenamiento y desarrollo urbanístico, incluyendo también los proyectos de acupuntura urbana.
Pero todo lo anterior es tema de los especialistas, pero no de los políticos, mucho menos de la gente común. El pueblo no entiende ni quiere entender las complejidades de la ciudad. Y, aunque parezca increíble, tampoco es de interés de mucha gente educada, enfocada como siempre ha estado en su sector profesional o actividad de vida. Y ya sabemos que lo que no le interesa a la gente, no le interesa a los políticos. Al común de la gente no le dice nada la ciudad ni el desarrollo urbano. Y aunque en las encuestas la vivienda casi nunca aparece entre los principales problemas que preocupan a la mayoría de la gente, si se le preguntara a un pobre que haría con el dinero de ganar la lotería, contestaría sin dudas: “comprarle una casa a mi Mamá y otra para mí”. Poco hay que agregar con respecto a la importancia de la vivienda.
Quizá que la vivienda no aparezca como un problema fundamental de los venezolanos obedece al hecho de que los pobres han conservado los saberes ancestrales para proporcionarse por sí mismos una morada. La hacen en familia y ello lo convierten en un acontecimiento social a incorporar a vecinos y amigos, sancocho y cervezas de por medio (por supuesto hasta hace unos años atrás, cuando se podía). Hoy por mí, mañana por ti. La vivienda es la alcancía de los pobres.
De manera pues, que para que se pueda vender el término Desarrollo Urbano debe acompañarse de la coletilla “Y vivienda”.
Pero no solamente por una estrategia de marketing político, sino porque el desarrollo urbano parte de la vivienda ¡y no la puede soslayar! Debido a ello es que, en la nueva gobernabilidad proponemos un Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda. Por último la Nueva Agenda Urbana (NAU), de la conferencia de las Naciones Unidas, realizada en Quito en 2016, hace un gran hincapié en la vivienda.