Biden surge como la esperanza de los moderados en EEUU
El terror que la derecha dura y el rechazo que la derecha moderada muestran por Bernie Sanders solo puede compararse con el terror que la izquierda dura y el rechazo que la izquierda moderada muestran por Donald Trump. Por ello grandes segmentos de la población votante estadounidense sienten que obligarlos a elegir entre Trump y Sanders es tener que decidirse entre el tifus y el cólera.
La contundente demostración de poder electoral dada por Joseph Biden en el llamado Súper Martes ha generado entusiasmo entre esos sectores moderados, los cuales advierten que, después de todo, puede existir una alternativa de centro derecha o de centro izquierda, como se quiera definir a Biden, a fin de evitar decidirse por los extremos.
Lo más interesante de Biden es que su electorado parece ser de gran variedad. En los estados del sur del país ha logrado capturar hasta el 75% de los votantes de color, posiblemente debido a su previa condición de vicepresidente de Barack Obama, pero también ha capturado la mayoría de los votantes de 45 o más años de edad. En contraste, la fortaleza de Bernie Sanders radica en el electorado joven, de 21-35 años, atraídos por las promesas de educación universitaria gratis y de redistribución de la riqueza mediante el aumento de i8mpuestos a los ricos.
Sanders ha atraído a muchos votantes latinos quienes aprecian su defensa de los inmigrantes, aunque su admiración por Fidel Castro y su defensa de Maduro en Venezuela le costará el rechazo de una buena porción del voto latino en estados claves como Florida. Biden también demostró tener aceptación entre estos sectores, al capturar la victoria en el estado de Texas, estado que muestra una representación numerosa de los grupos arriba nombrados.
Las victorias de Biden el Súper Martes llevaron a Mike Blomberg a retirarse de la competencia por la nominación presidencial y a sumarse a su candidatura, buscando quizás una nominación para la vicepresidencia. Biden ahora tiene el apoyo de varios de los candidatos a la nominación presidencial que se han retirado, incluyendo el sorprendente Peter Buttigieg, quien ha demostrado gran carisma y disfruta de la aceptación de mucha gente joven.
La competencia entre Biden y Sanders por la nominación presidencial del partido Demócrata será muy dura e impredecible, ya que los Estados Unidos muestran un perfil demográfico y cultural bastante diferente al imperante en el siglo pasado, cuando la población era mayormente blanca, protestante, de clase media y con una inmigración venida del norte. Hoy el estadounidense promedio tiene más color, el perfil demográfico es más joven , mucha de la inmigración viene del sur y la clase trabajadora ha crecido a expensas de la clase media, todo lo cual apunta a actitudes colectivas menos conservadoras y más receptivas a políticas de corte populista. Ello explica el éxito que ha tenido, hasta ahora, Bernie Sanders.
Todavía impera en los Estados Unidos una gerontocracia. Todo indica que el próximo presidente será un septuagenario, ya que Sanders tiene 77 años, Biden 76 años y Trump 73 años de edad. Sin embargo, la filosofía política de estos candidatos es claramente diferente: Sanders es un populista de extrema izquierda, Trump es un populista de extrema derecha, Biden está colocado en el centro. De esos tres candidatos solo votaría por Biden. Ojalá que, de ser nominado a la candidatura presidencial seleccione bien a su candidato o candidata a la vicepresidencia, no solo en base a su atractivo electoral sino a sus cualidades de liderazgo. El vicepresidente de un país cuyo presidente es septuagenario tiene una significativa probabilidad de acceder a la presidencia.
Confieso que me gustaría ver a una mujer. Si fuese una mujer Trump probablemente se haría acompañar por alguien como Nikki Halley, su ex-embajadora ante las Naciones Unidas. Sanders consideraría a Elizabeth Warren o, buscando el voto latino, a la Sra. Ocasio-Cortez. Biden pensaría en alguien como Kamala Harris o Michelle Obama, inclusive Elizabeth Warren. Espero que no piense en Hillary Clinton y preferiría que no fuese Michelle Obama, contra quien no tengo nada, excepto que la democracia debería alejarse en lo posible de esa tendencia malsana hacia monarquías familiares, como las de los Kennedy, los Bush, los Clinton, los Obama o la pesadilla de los Trump.