Al régimen le llegó la justicia de EEUU
La acción jurídica del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América nos abre una cita con el futuro. Se producirá un vacío de poder y comenzará el final de la más siniestra y fracasada gestión de gobierno que conoce la historia venezolana.
Este malhadado régimen no puede continuar en el poder. La hecatombe económica, política y social que ha causado este putrefacto gobierno durante los más de cuatro lustros que lleva en el poder, y las temibles perspetivas por la carencia de lo básico e indispensable se nos presentan ahora en forma dramática con la presencia de la pandemia del Covid19.
Esto es la secuela de costosos errores conceptuales y de una inexcusable ineficiencia operativa de la frondosa burocracia al servicio del gobierno. Ha sido el indeseable producto de una visión, perversamente equivocada, del modelo de conducción del país y de su economía lo que ha generado la hiperinflación que destroza nuestros ingresos y nuestra capacidad adquisitiva; la pérdida de una importante porción de la capacidad productiva nacional; escasez estructural; desinversión; desempleo; despilfarro de los recursos y la más escandalosa corrupción.
El malestar generalizado se manifiesta diariamente en múltiples protestas sociales a lo largo y ancho del país.
Casi siempre, la respuesta gubernamental a los justos reclamos de la gente es ignorar las protestas, reprimirlas, acosar, amenazar y hasta encarcelar a los dirigentes de la mismas.
Otras veces la respuesta gubernamental es atender, a medias, los reclamos y arbitrar medidas puntuales que no resuelven los problemas de fondo planteados por la inoperancia y el fracaso del modelo económico que se ha venido aplicando. Igualmente, el establecimiento de más controles y regulaciones se inscriben en el fallido ejercicio gubernamental para enfrentar la crisis. En otras palabras, esas soluciones de “paños calientes” no resuelven los desbarajustes estructurales del modelo y una y otra vez reaparecen los desequilibrios y nuevamente la gente sale a manifestar su descontento para tratar de obtener algunas concesiones del gobierno que morigeren, en parte, los negativos efectos de tales exabruptos.
La conflictividad social, en ocasiones aislada, esconde, sin embargo, que no se trata de una lucha reivindicadora individual sino la sumatoria de los problemas de todo un colectivo que se siente impotente y no encuentra en las políticas gubernamentales respuesta adecuada. Las tensiones sociales y políticas se están acumulando peligrosamente lo que presagia el desencadenamiento de una situación cuyos componentes y desenvolvimiento no son susceptibles de ser previstos ni controlados.
Es menester, entonces, establecer un hilo conductor que permita imbricar la acción política opositora con las luchas sociales que diariamente se libran en el país.
Debe haber un encuentro entre política y sociedad para que la protesta social amplíe su perspectiva y se encauce hacia su verdadera motivación, que no es otra sino el relevo de este oprobioso régimen y el consecuente cambio del modelo de desarrollo que nos ha sido impuesto.
El reto es, ante todo, estar al lado de las protestas y de los que protestan, enriqueciendo los caminos y derroteros por los que hay que transitar sistemática e inteligentemente para obtener los resultados deseados. Es enfrentar pluralmente al mediocre autoritarismo gubernamental, a sus injusticias, a sus arbitrariedades, su cleptomanía, su violencia criminal, sus ilícitas manipulaciones, a la pobreza y al irreparable daño material y dolor social que su gestión causa y ha causado entre los venezolanos.
El conflicto venezolano es uno solo y así debe ser interpretado. La sociedad civil debe aupar la necesidad del cambio de un modelo socio-político estructuralmente decadente y empobrecedor, altamente dependiente de un mamotreto de Estado y de la corrupta élite de delincuentes internacionales que allí medra y domina, que roba descaradamente, subyuga, acosa y reprime, pero que no resuelve los acuciantes problemas de los venezolanos.
La realidad es que al régimen el país se le fue de las manos. Se han agravado los males sociales, los desequilibrios macroeconómicos, los escándalos de corrupción y concupiscencia. Fracasó estrepitosamente el modelo hegemónico gubernamental y los que gobiernan no se dan por enterados.
Este estruendoso fracaso de un régimen que se montó en el poder cabalgando sobre la esperanza de muchos venezolanos, hoy por hoy, constituye una dolorosa burla a la soberanía popular. El pueblo paulatinamente ha venido restándole su apoyo y confianza a un gobierno mediocre e irresoluto que inexorablemente se extingue con más pena que gloria.
Causa profundo estupor que la suerte de la República y la de nosotros esté en las ineptas manos de estos delincuentes y que nuestro futuro sea tan oscuro e impredecible por la incapacidad de quiénes malgobiernan.
Maduro. usted y la caterva de facinerosos que le acompañan no podrán sacar al país del marasmo en donde ustedes lo enterraron.
Deben renunciar e irse del gobierno. Internacionalmente nadie, salvo la DEA y otras instituciones policiales los quiere, Ningún país ni institución ayudará a Venezuela en el doloroso trance que transitamos, mientras ustedes estén en el poder Son demasiados los males que le han causado al país y su gente y se han convertido en una amenaza para la estabilidad internacional. Mi petición: Váyanse.