Yo soy venezolano de la pura capital cantaba Conny Méndez. Yo también lo soy: caraqueño y para más señas josefino; mi familia paterna, por el contrario, era del Alto Escuque en Trujillo. Sin embargo, dada la pobrecía imperante en el pueblo, emigró al estado Lara, a Carora y a Barquisimeto. En la capital larense están enterrados mi abuela paterna, tres tíos, una tía, y un primo, por ahora, es que – inexorablemente -, hay muerte porque hay vida. Por razones familiares y de trabajo fui muchas veces a Barquisimeto a fin de disfrutar de la calidez de mi gente y la de los guaros que no tiene parangón ¡Ah mundo!
Además, soy fanático del béisbol, del Caracas por supuesto, empero, si no clasifica voy a los Cardenales de Lara, y después a cualquiera, siempre que no gane el Magallanes y tampoco las Águilas por la cordial rivalidad entre caraqueños y maracuchos, mote endilgado al pretender llamar a los de la capital caracuchos… Funcionó el bumerán.
Esta accidentada temporada, dada la lejanía del exilio y la inevitable renovación del roster, me enteré de la eliminación de los felinos y de la coronación del cardenal; desde Puerto Rico mi entrañable amigo Villafañe me informó, al minuto, de la victoria de los pájaros rojos en la primera ronda de la Serie del Caribe. Prontamente felicité a la familia y a amigos de la capital musical de Venezuela, fanáticos incondicionales de su equipo emblema.
Mis mejores votos y unos cuantos rezos a la Divina Pastora para que los Cardenales de Lara gane la Serie del Caribe. Sería una buena paliza contra los desalmados rojos – que nos desgobiernan (ya nadie los apoya y aplaude como fervorosamente lo hacemos con nuestros genuinos y legítimos rojos cardenales), quienes, indolentes, – desde sus blindados búnkeres-, conculcaron la descentralización, y con sádica saña machacan, estrangulan, ahogan, a la provincia venezolana, privándola de lo fundamental para una vida de calidad y de felicidad.
Cantado está el ponche del socialismo del siglo XXI: los tres strikes de rigor sentenciados por el umpire – papita, maní y tostón -, no habrá dictadorzuelo de acá y acullá, zar, sultán o mandarín., lobby o listo enchufado que pueda este inapelable dictamen, el béisbol enseña que inexorablemente:
«Es casi la única cosa ordenada en un mundo muy desordenado. Si tienes tres strikes, ni siquiera el mejor abogado puede sacarte de este lío» Bill Veeck