¿Será reelecto Trump?
Falta mucho y falta poco para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en noviembre. Cierto, pueden pasar muchas cosas en estos meses, pero los tiempos políticos tienen su dinamismo propio y, a veces, hay tendencias que se «matrizan» –para usar una palabra que les encanta a los «expertos de la consultoría política»–, y luego son muy difíciles de revertir.
En estas breves líneas no voy a referirme al tema valorativo de que si Trump merece o no merece ser reelecto. Me parece que hay razones de peso para argumentar a favor y en contra. Eso no lo evadiré, sino que lo dejaré para más adelante. No obstante, no se puede ignorar que su política en pro de la causa democrática de Venezuela ha sido tajante. Sin las ambigüedades de su predecesor Obama.
Cambiando lo cambiable es cómo la diferencia entre Almagro y su antecesor Insulza en la secretaría general de la OEA. El primero, por la calle del medio, el segundo por los corredores de atrás. Como ciudadano venezolano que ansía el renacimiento de su patria, y lucha por ello, no puedo soslayar que Trump es un aliado de la causa democrática. Si lo hace por motivos de principios o por los colegios electorales de Florida, eso es harina de otro costal.
Volvemos entonces a la pregunta inicial: ¿Será reelecto Trump? Si fuera por los «líderes» del partido Demócrata, la respuesta sería afirmativa. La señora Pelosi luce como la jefa de campaña de Trump. Su fallido intento de juicio político o «impeachment» terminó dándole unos puntos al inquilino de la Casa Blanca. Entre el racimo de precandidaturas presidenciales, ninguno o ninguna, hasta ahora, proyecta una fuerza o un potencial de fuerza como para derrotar a Trump. ¿Eso puede cambiar? Sí, si puede cambiar.
La economía marcha hacia adelante y el desempleo hacia abajo. Esas son noticias apreciadas en una campaña presidencial, en cuanto al presidente que busca cuatro años más. Es el caso de Trump, como también de otros mandatarios, tanto Republicanos como Demócratas. Trump se comporta como un elefante en una cristalería, y sin embargo, detrás de la retórica agresiva o insultante, la estrategia económica ha dado resultados.
La política exterior de Trump, a los efectos electorales internos, tiene más de entretenimiento que de otra cosa. Las crisis y las tensiones no cesan, pero las posturas de confrontación, por ejemplo, con China, tienen sus dividendos comiciales. Una concepción global del papel de Estados Unidos, no se detecta con seriedad, pero el ruido de los capítulos particulares de las ejecutorias de Trump, pueden dar una impresión distinta en no pocos sectores del electorado estadounidense.
¿Y entonces, será reelecto o no? Si las elecciones fueran ya, no tendría duda que sí. Hasta noviembre, repito, falta mucho y poco. Las condiciones están dadas para la reelección. Negarlo sería una osadía. Pero como decía el legendario Yogi Berra, el juego no se termina hasta que termina.