Se implantó la resistencia civil
“Las motivaciones de los movimientos de resistencia civil se relacionan con la reciprocidad entre ciudadanía-Estados, y con el desarrollo o la falta de libertades y derechos en una sociedad” Gene Sharp
El desbordado autoritarismo, más militar que cívico, puesto de manifiesto por el régimen de Maduro con la feroz represión desatada contra jóvenes estudiantes y miembros de la sociedad civil – que desde hace tiempo copan calles y avenidas de las principales ciudades del país en señal de protesta por la falta de políticas públicas, inseguridad, desempleo, corrupción, narcotráfico, impunidad, atropellos y torturas, a lo cual se suma el acosamiento a Juan Guaido, presidente interino y demás miembros de la Asamblea Nacional – copa el límite de tolerancia que un pueblo puede soportar.
La reacción por demás natural dentro de los límites de una auténtica democracia representativa es la de manifestar su descontento por los desmanes que en su contra cometen quienes detentan el poder desde hace veinte años. La propia Constitución Nacional contempla en su artículo 350: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos” .
Lo que en un principio se inició como marchas de protesta que el régimen dispersó con ayuda de los llamados colectivos que su lugar común es “bandas de delincuentes”, tomó un cariz alarmante ante el número de víctimas – en su mayoría jóvenes estudiantes que ofrendaron sus vidas. La brutal represión que cada día recrudece obligó a los estudiantes ya la sociedad civil acordar a nivel nacional la resistencia civil, hasta tanto no se restauren los derechos ciudadanos, la libertad y la democracia.
Las motivaciones de los movimientos de resistencia civil tienen que ver con la relación entre ciudadanía-Estados, entre ciudadanía y razón de Estado. Con el desarrollo o la falta de libertades y derechos de una sociedad. Y la misma se puede interpretar y usarse en tal sentido, como parte de un juego de poderes y contrapoderes, entre ciudadanía e instituciones carentes de legitimidad democrática, como es el caso venezolano, para consolidar espacios de libertad y derechos muy concretos como los derechos humanos, la libertad de expresión y la de los presos políticos.
Maduro, su régimen y todos sus conmilitones predican a diario la paz, y así lo predican en las diarias transmisiones por cadena nacional a traves del poder mediático del que disponen. Pero contrariamente en los escenarios en los que participan, agraden verbalmente a quienes los adversan por no comulgar con su comunismo. No hay día en el que Maduro en sus cadenas nacionales por televisión y radio insulte a más no poder a sus opositores y luego en abierta contradicción proclame que es cultor de la paz y el amor. Por eso, el país nacional no cree en sus palabras e inspira desconfianza su demagógica y populista arenga, la cual tiene un destinatario que al final son sus camaradas rojos rojitos, que empalagosamente aplauden sus disléxicas incongruencias.
Estamos en presencia de un régimen en el que se vulneran todos los derechos de los ciudadanos. Y que Maduro bajo el pretexto del resguardo de la soberanía y un supuesto atentado contra su persona y golpe de Estado imparte instrucciones que sus sargentos políticos aplican con brutal represión, torturas y un sinnúmero de medidas propias de un régimen de corte netamente fascista. Hechos que son del dominio de la opinión pública gracias a los medios de comunicación privados, y a las redes sociales, caso contrario pasarían desapercibidos o mejor dicho ni siquiera hubiesen trascendido. Y ello es lo que más le molesta a Maduro, por lo que ordena a sus conmilitones agredir a los periodistas nacionales y extranjeros, como ocurrió en días recientes a la llegada al país del presidente interino Juan Guaido, cuando arribó al aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía
Venezuela está padeciendo la más grave crisis económica, social y política que se conozca en la historia desde su independencia. Por eso el pueblo se está volcando en las calles y avenidas de todas las más importantes ciudades del país, porque además el régimen del chavismo y ahora madurismo ha vulnerado todos sus derechos. Ignoran Maduro, Cabello y el “alto mando político cívico-militar” del régimen, que el Estado de Derecho consiste, según las bases de la jurisprudencia internacional, contempladas en las Constituciones de muchas naciones, y obviamente en la nuestra, en someter a los gobernantes y legisladores a un sistema de reglas que enmarquen su mandato, delimiten sus potestades, jurisdicciones y competencias, mediante el equilibrio de sus acciones.
Igualmente ignora Maduro que, en los estados de Derecho, la autoridad es siempre transitoria. Y está obligada a rendir cuentas y responder ante los ciudadanos de sus actos, sin que estos no sean arbitrarios y por el contrario mas bien previsibles en función de normas preestablecidas, públicas y eficaces, evitando además la concentración de facultades políticas o legislativas en un solo órgano o persona, por cuanto en los estado de Derecho, el eje de la actividad pública no es la voluntad del poder, como lo fue en los regímenes absolutistas y en los modernos totalitarismos.
Ignora además que en un Estado de Derecho la función limitativa del poder se expresa en el “principio de la legalidad”, propio del derecho público, en función del cual solamente se puede hacer lo que está expresamente contemplado en la Constitución Nacional. No hay posibilidad de obrar fuera de la norma y tanto la atribución de potestades como la limitación del poder consta en la propia Carta Magna, vulgarmente denominada “La bicha” por el difunto huésped eterno del Cuartel de la montaña. Y esta última función es una de las finalidades de las cartas políticas que contemplan la mayoría de las naciones.
¿Por qué si en Venezuela se disfruta plenamente de los derechos humanos, como lo afirman cínicamente Maduro, Cabello, Padrino López y sus voceros, se ataca descarnadamente a los medios de comunicación, los pocos que quedan, por el solo hecho de denunciar las tropelías, crímenes y abusos de poder que a diario se perpetran? Amén de la corrupción que campea como nunca a puerta cerrada, pese a que escondan el trapo rojo que utilizan para demagógica y populistamente pretender seguir engañando al pueblo.
No hay duda alguna de que estamos en presencia de un descarado autoritarismo. Maduro no cuenta con el consenso del pueblo, y Venezuela se encuentra bajo el mando del poder económico, político y social de un país extranjero como Cuba, que controla a su antojo su destino, por lo que la resistencia civil es el sentimiento de millones de venezolanos.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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@_toquedediana