Pangolines rojos – rojitos
El pangolín se encuentra en el foco de atención de la comunidad sanitaria internacional, en virtud de lo mortífero del virus – enfermedad recientemente aparecida en China que sin controles devendría en exterminadora pandemia.
Según los biólogos, es un animal solitario, principalmente nocturno, fácil de reconocer debido a su armadura llena de escamas. Cuando se asusta, el pangolín cubre la cabeza con sus patas delanteras, exhibiendo sus escamas ante cualquier posible depredador. Si se toca o se sujeta, se enrolla completamente en forma de bola, mientras que las afiladas escamas de la cola las puede usar para atacar. A menudo, el pangolín es confundido con un reptil, pero en realidad es un mamífero de piel escamosa. También es conocido como oso hormiguero escamoso debido a su dieta.
Desafortunadamente lo cazan cada vez más por su carne y escamas, principalmente en Asia y ahora en grandes cantidades en África, lo que ha conducido a los estudiosos del coronavirus detectado en China que su origen pudiese estar en un mercado de Wuhan donde lo venden vivo o asado.
Las ocho especies de pangolines se encuentran distribuidas en dos continentes, cuatro de las especies viven en África: el pangolín de vientre negro (Phataginus tetradactyla), el pangolín de vientre blanco (Phataginus tricuspis), el pangolín gigante (Smutsia gigantea) y el pangolín de tierra de Temminck (Smutsia temminckii). Las otras cuatro especies encontradas en Asia son: el pangolín indio (Manis crassicaudata), el pangolín filipino (Manis culionensis), el pangolín de Sunda (Manis javanica) y el pangolín chino (Manis pentadactyla).
Sin embargo, se especula de la existencia de una variante de la especie surgida en América, en Venezuela, proveniente de Angola vía Cuba, la que comienza a ser conocida como nicochavinensis, responsable de la destrucción masiva del país en sólo veinte años. Su voracidad no tiene límites. No sólo se ensaña con las personas, quienes mueren por miles en calles y hospitales, o se marchan del país por millones; gusta también de manducar empresas, instituciones, poderes independientes, el presente y el futuro de sus indefensas presas.
Esta mutación del pangolín asume forma humana. No es solitaria sino gregaria. Le encanta una comuna, una marcha, una cadena nacional. Vive en bunkers. Tiene también la lengua larga para succionar divisas, oro, uranio, y cualquier recurso mineral, y, en especial, para insultar a sus adversarios.
Miedosa por naturaleza no se enrolla sobre sí misma, sino se vale de un micrófono para denunciar bloqueos, desestabilizaciones, atentados, amenazas de los países vecinos, y sobre todo del Imperio. Pávida compra armamento, reparte palos y vetustos fusiles a unos hambrientos milicianos, rodeada de sucesivos anillos de seguridad, porque sabe que su pronta extinción está decretada acá y acullá, allende y aquende. Afortunadamente no pudo extenderse, como quería… habría sido la mayor pandemia del siglo XXI.