Lo mejor y lo peor
Hace unos días me pidieron ayuda para conseguir albúmina para un bebé de 3 años que sufre de un síndrome nefrótico congénito. Estaba en fase aguda y necesitaba el remedio a como diera lugar. Se encontraba tan hinchado que ya ni siquiera podía abrir los ojos. Luego de ponerlo en Twitter –en estos casos uno ve el verdadero poder de las redes sociales- me di a la tarea de llamar a un par de personas que pensé podrían ayudar a conseguirla.
La primera fue una enfermera a quien conocí en Maracay hace años y ahora trabaja en un hospital público de Caracas. Ella me respondió que la albúmina era prácticamente imposible de conseguir, a menos que fuera a una farmacia donde las traen del exterior y cuestan $70 cada frasco. El bebé necesitaba seis: reunir $420 le tomaría diez años y medio a cualquier persona que gane sueldo mínimo y eso sin comprar nada más. ¿Quién de escasos recursos puede pagarlo? ¡Nadie!
Luego me comuniqué con un empleado del Hospital de Niños, sitio de reclusión del bebé, quien me dijo que si llegaran a tener albúmina la entregarían directamente al médico tratante en el momento de administrársela al paciente, porque la experiencia ha sido que si se las dan a los padres, éstos en vez de usarlas, las revenden. En el mejor de los casos piden más de las que necesitan para luego revenderlas ¿Qué clase de progenitor deja de darle un remedio a un hijo para revenderlo? ¿Qué hay más importante en la vida que la salud de un hijo? ¡Quienes tenemos hijos deberíamos estar dispuestos a dar la vida por ellos! Y quienes piden más remedios de lo que necesitan para ingresar en el mundo del bachaquerismo medicinal, ¿a quién le están robando, si no es a personas como ellos, que no tienen cómo acceder a los medicamentos de altos precios?
Lo peor del chavismo no es lo que está a la vista sino lo que no se ve: eso que ha vuelto a tantos cínicos ante el sufrimiento. Lo que ha llevado a demasiados hasta límites desconocidos de indiferencia. Lo que ha transformado a muchos en unos seres primitivos sobreviviendo a dentelladas. Lo que ha convertido a un pueblo tradicionalmente generoso en una bandada de buitres egoístas. Por fortuna y por contraste, también ha sacado lo mejor de tantos, como quienes hicieron todo para que el bebé se salvara. A todos ellos, millones de gracias.
@cjaimesb