La noche del Homo Sapiens
En el film “El planeta de los monos” la escena final muestra al astronauta Charlton Heston cabalgando por la orilla del mar y enfrentado con la parte superior de la estatua de la libertad, el resto hundido en la arena. Grita entonces: “Malditos, malditos. Lo hicieron, lo hicieron”, al ver que está en la Tierra, planeta ya destruido, víctima de una violenta involución que lo ha llevado a ser dominado por antropoides de niveles inferiores al Homo Sapiens.
Así decimos nosotros: “Malditos, Malditos. Lo hicieron”, al leer que las refinerías venezolanas de Cardón y Amuay finalmente han cerrado sus puertas. Al leer que el antropoide de Miraflores, rodeado de chimpancés armados, proyecta entregarle los restos de la industria petrolera a Rusia. Al leer que el Embajador de Cuba podrá asistir a reuniones del gabinete del régimen como un miembro más. Al leer sobre la tragedia ecológica, social, minera, económica, política que se desarrolla en el Sur del Orinoco debido a la invasión de grupos irregulares y de países codiciosos como Rusia, China, Irán y Cuba.
Se ha hecho realidad la pesadilla. Se apagan, una por una, en medio del silencio de las mayorías, las luces en cada ciudad, pueblo y aldea de Venezuela. Todo se va paralizando. Todo se desploma. Las riquezas son sacadas del país hacia paraísos fiscales y países forajidos. El régimen habla un lenguaje traidor, degradado, sumiso ante el terror y desafiante ante las democracias. Los cabecillas del régimen están directamente involucrados en robo, contrabando, tráfico de drogas, lavado de dinero, crueldad y negligencia ante los problemas de los venezolanos. Cada día que pasa se viene abajo otro fragmento de Venezuela, no son muchos los que quedan de pie.
En medio de esta inmensa tragedia el país está inerme, indefenso. Algunos hablando de negociar, transarse, acudir a elecciones bajo la bota antropoide, otros de pedirle a Cuba que intervenga a favor de la democracia (!), otros esperando con resignación un pernil, una caja de comida, un medio petro que servirá – como las fichas de las haciendas del siglo XIX – para comprar algunos comestibles a precios inflados que le dará a los pandilleros groseras ganancias. También hay quienes resisten, sin ser apoyados por la masa crítica de ciudadanos. Hay mártires muertos y mártires presos, su memoria y su defensa esencialmente abandonadas por el grueso del país.
Si Venezuela no reacciona con dignidad frente a esta debacle podrá despedirse para siempre de llegar a ser una Nación. Como podremos vernos en el espejo? Como podrán sus futuros habitantes vivir con este estigma de haber sido avasallados por una banda de antropoides armados y babeantes de descaro?
La tragedia es doble: una, ser oprimidos; otra, ser oprimidos por una banda de homínidos brutales y mediocres. Esta segunda parte de la tragedia, lamentablemente, revela una desconsoladora medida de nuestra sociedad.