El que siembra tormentas, cosecha tempestades

Opinión | febrero 25, 2020 | 6:20 am.

Era previsible. En anteriores ocasiones cuando el fallecido Chávez, en sus encendidas arengas en asambleas, campañas y apariciones públicas, incitaba a tomar acciones que encendía la iracundia de sus seguidores, estos asumían un comportamiento violento, cargado de odio, venganza y desprecio hacia sus semejantes por no comulgar con su lineamiento político.


Maduro, en una de sus fastidiosas apariciones en cadena, “ordenaba al pueblo tomar los comercios que especularan”, porque había recibido información del Sebin de que en las referidas empresas se alteraron los precios. Casi simultáneamente, en Valencia, Punto Fijo y otras ciudades, comenzaba a ocurrir un hecho que trajo a la memoria colectiva los trágicos acontecimientos del 27 de febrero de 1989 en Guarenas. El saqueo de tiendas, cuyos videos dieron la vuelta al mundo, y mostraba a hombres y mujeres destruyendo todo cuanto encontraban a su paso, hurtando como vulgares delincuentes, costosos artefactos electrodomésticos, televisores plasmas y demás.

Desde entonces, se ha tornado recurrente este comportamiento de gente que pasa por encima de la ética y de la moral transgrediendo el Código Penal que castiga a quienes se apropian indebidamente de cosas. Es la pregunta lógica que espera una respuesta igualmente lógica.

Pero si observamos que este hecho es producto de otro delito perpetrado por quien amén de ser la primera autoridad de la nación, violenta no solo la Constitución Nacional, sino también el Código Penal, cuyo Articulo 283 al 285 sanciona a quienes instigan a delinquir, estamos en presencia de un país en el que la anarquía, el desafuero y la violencia se han constituido en el portaestandarte de quienes se ufanan de ser revolucionarios, socialistas y mal llamados bolivarianos.

Por la circunstancias graves que confronta el país desde hace veinte años rememoramos un hecho histórico ocurrido en el siglo III y el Bajo Imperio romano, que a partir de 395 condujeron a un rápido deterioro del poder romano. Y al hundimiento del Imperio de Occidente cuyo último emperador efectivo, Rómulo Augústulo, fue depuesto por el caudillo hérulo Odoacro, empleado al servicio de Roma.

Es necesaria esta referencia histórica por las razones que originaron la decadencia y caída del Imperio romano. Es una de las cuestiones más debatidas de la Historia, pues es considerada por algunos como «el mayor enigma de todos». Y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde san Agustín de Hipona. Los siglos XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición como la Roma de los siglos III y IV.

Para muchos parecerá una absurda comparación. Solo pretendemos comprender que no existe un poder supremo. Cuando se tolera por determinado tiempo se hace viable abrir las compuertas del dique de una crisis social, política y económica, por el descontento que genera a sus gobernados y no hay obstáculo alguno que pueda frenar sus derechos. En nuestra Constitución el artículo 350 reza: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”.

La propia letra del artículo antes citado obliga a los venezolanos a hacer valer sus derechos tan vulnerados por quienes llegaron al poder mediante una fingida acción que los hizo pasar por auténticos demócratas . Al poco tiempo sacaron las garras y mostraron los colmillos de la tan mentada revolución socialista del siglo XXI. Hoy letra viva en vallas publicitarias, propaganda en las televisoras y emisoras del estado, afiches en las oficinas e instituciones públicas y para colmo de los colmos, en los nuevos textos escolares entregado a párvulos que cursan la enseñanza primaria y también bachillerato.

Solo un jaquetón, sustantivo masculino cuya analogía según el Rae, significa valentón, fanfarrón, perdonavidas, arrogante, baladrón, engreído, pedante, presumido y soberbio. Que es capaz de haber llevado al país a los extremos que hoy día padece: miseria, hambre, desempleo, inseguridad, corrupción, nepotismo, alto costo de la vida, escasez de alimentos y medicinas, así como todas las penurias que la familia venezolana viene experimentando, desde que llegaron al poder democráticamente los revolucionarios socialistas, marxistas y mal llamados bolivarianos, hace 20 años.

Las graves consecuencias de esta debacle ha deteriorado no solo la calidad de vida de l@svenezolan@s, sino también ha generado dolorosas situaciones en el seno de muchas familias que han perdido, hij@s, herman@s, padres y parientes a manos de la delincuencia desbordada.

A este martirio se suman la escasez en hospitales de medicinas e insumos, que imposibilita el tratamiento de pacientes, niños, hombres y mujeres con padecimientos coronarios, renales, diabetes, cáncer y otras enfermedades, que tienen que afrontar con dolor, impotencia y no bien disimulada rabia, como consecuencia de la negligente respuesta de un régimen que ha dilapidado en 20 años todos los recursos del erario nacional. Ni que decir de los casi 5 millones de compatriotas que emigraron y hoy día muchos pasan penurias, sufrimientos y xenofobia en algunos países, lo cual imposibilita calmar la angustia y dolor de todo un pueblo, que ávidamente espera salir de esta terrible pesadilla.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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@_toquedediana