Cabe recordar que la “justificación“ del 4F, segun sus protagonistas, fue que no había independencia de los Poderes del Estado, que el hampa actuaba libremente, no había protección a la salud, a la educación y al trabajo, que existía una gran corrupción y que el Estado se había endeudado indebidamente. Sin duda que los indicadores de crecimiento eran excelentes en 1990 y 1991, pero la inflación era elevada, así como los niveles de pobreza. Ante estos hechos innegables, la mayor parte de la población compró la oferta de Chávez, a pesar de que era evidente que nos quería llevar al triste destino de Cuba.
Para intentar evitar intervenciones no deseables es necesario que los demócratas firmen un pacto que no sea para alcahuetear la corrupción y mal gobierno, sino para poder recuperar nuestra economía y crear confianza y paz social en un marco de estabilidad política. Este pacto entre los principales partidos democráticos tiene que ser a largo plazo, no menos de veinte años, como un período de transición entre la destrucción actual y la senda del desarrollo. Es un error pensar en una transición corta del presidente (e) Guaidó, para de inmediato realizar una elección presidencial con participación de varios candidatos demócratas. Ese gobierno y los siguientes estarían condenados al fracaso y al muy probable retorno del totalitarismo chavista. El pacto sugerido no solo debe ser en cuanto al programa de gobierno, sino también de selección de un candidato de la unidad democrática que dure cinco años sin reelección, el cual enfrentaría al candidato de los partidos que no firmen el pacto. Es decir, tendríamos cuatro presidentes en el período del pacto.
Condición indispensable para la estabilidad es recuperar la economía en el menor tiempo posible. Para ello los catalizadores positivos tienen que ser el sector petrolero y el agrícola. Sobre el futuro de la industria petrolera se ha discutido mucho por parte de expertos y de aficionados como quien esto escribe. Recientemente Vente Venezuela organizó un foro sobre si la nacionalización de la misma fue un acierto o un error. Calderón Berti y Evanán Romero coincidieron en que la nacionalización fue positiva en muchos aspectos, pero que dada la situación de deterioro y de las necesidad de grandes inversiones para recuperarla, no habrá otra opción que el ingreso de capital extranjero, lo cual no es desnacionalizar, sino que el Estado asuma su papel de controlador y no de empresario. Por su parte Rafael Quiroz hizo el símil de que desnacionalizar, por el fracaso del Estado en el manejo actual de Pdvsa, es como predicar la reversión de nuestra independencia porque fracasamos en construir un buen país. Respetamos, pero no compartimos, la posición de Quiroz. Más estratégico que el petróleo es la producción de alimentos, pero después de los fracasos de la Unión Soviética, de Cuba y de las empresas creadas por Chávez- Maduro, pocos deben pensar que la producción agropecuaria esté en manos del Estado.
El ingeniero petrolero Rafael Gallegos escribió en su Blog que “privatización o apertura no significa entregar la industria petrolera a las transnacionales, sino desarrollar mecanismos legales que permitan a los venezolanos sentar las pautas de los modelos de producción , de manejo de nuestras refinerías y de volúmenes de producción”.
En todo caso, estemos o no de acuerdo con la privatización, ningún gobierno dispondrá de recursos suficientes para para volver a producir alrededor de los tres millones de barriles por día, a menos que sigamos sacrificando la salud, educación e infraestructura.
El 4 F un grupo de militares insurgió indebidamente en contra de un gobierno malo, pero electo libremente y que respetaba la Constitución.Quizá algunos de los que participaron lo hicieron de buena fe, pensando que la vía electoral para cambiar el rumbo estaba bloqueada por la actuación de muchos de los dirigentes políticos. Sin embargo, el equipo que después logró imponerse por la vía electoral resultó ser un gran demoledor.
Hoy, nuestra Carta Magna es pisoteada todos los días y se justifica que la Fuerza Armada contribuya a restituirla, pero una vez que se establezca el estado de derecho, la dirigencia política y los ciudadanos en general debemos velar para no repetir errores que den pie a incursiones no deseables.
Como (había) en botica: El Papa Francisco declaró con respecto a Venezuela que “no se alínea con una u otra parte”. Quizá tenga que releer “Civilización y barbarie”, de su compatriota Domingo Faustino Sarmiento. Menos mal que nuestros cardenales y obispos han sido solidarios con la democracia propia de los valores y principios de nuestra civilización. El presidente (e) Guaidó realizó una gira exitosa. Ojalá la narcodictadura respete sus derechos ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!