Resistencia activa
El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social indicó en su último informe que en Venezuela se registraron 16.739 protestas en 2019.
Esta cifra supera las registradas en los grandes conflictos que se registraron en 2014, 2017 y 2018. En nueve años las protestas en Venezuela suman poco más de 76 mil, entre manifestaciones, plantones, concentraciones, marchas, guarimbas, paros, cierre de calles y pancartazos.
El aumento de las protestas en Venezuela, al contrario de quienes lo afirman, se hace más evidente en la medida que las restricciones contra los derechos humanos básicos se agravan. Lo anterior demuestra, con cifras en mano, estudios de campo y soporte audiovisual, que los ciudadanos venezolanos continúan activos defendiendo sus derechos, como la alimentación, servicios socio sanitarios, médicos, educativos, políticos, laborales, entre otros.
La población venezolana, en su generalidad, continúa su larga lucha reclamando al Estado sus justos y legítimos derechos. No es una súplica ni tampoco un pedimento para complacer a ningún sector de la sociedad en particular. Lo que está ocurriendo en Venezuela es un enfrentamiento bélico, de organizaciones criminales protegidas por el Estado contra los ciudadanos venezolanos.
Cada vez es más evidente la existencia de un plan diseñado por quienes ostentan el poder en Venezuela para disminuir la población. Las cifras que ya superan los 5 millones de venezolanos obligados a emigrar y refugiarse en otros países lo están indicando. Además, se suma a ello el horror de más de 750 mil muertos, en los últimos 10 años, la inmensa mayoría de esas muertes prevenibles.
La dramática y dantesca cifra que ya sobrepasa el 86% de subalimentación/desnutrición infantil, juvenil y de ancianos suma cada día sus fatales víctimas. Una evidente y notoria realidad que va día a día dejando su estela de desahuciados, minusválidos y muertos a lo largo de todo el territorio venezolano. Una población de subnormales quienes dolorosamente tendrán que ser asistidos en su momento, por el Estado y sus instituciones.
Mientras tanto la larga mano de la solidaridad abraza y socorre a millones de venezolanos en esta incesante masacre adelantada por quienes administran en la precariedad institucional que aún queda, la tortura y humillación contra los más débiles.
En Venezuela se está ejecutando una aniquilación contra la población civil. Es momento de decirlo claramente y acentuar la denuncia. Porque no se trata de dos bloques, oficialismo versus oposición, ni tampoco izquierda versus derecha, ni socialismo versus democracia. Son grupos del crimen organizado internacional, organizaciones terroristas y bandas del narcotráfico, aliadas a organizaciones políticas de extrema izquierda, unidas con un objetivo común: disminuir la población para controlarla y generar la moderna servidumbre social, apoderándose definitivamente del espacio geográfico nacional. Sea por alianzas internas –que ya existen, sea como es notorio, otorgando “concesiones” a empresas (países) para que controlen extensas zonas del territorio. Esto último ya se está ejecutando.
La población venezolana sigue resistiendo. Es la lucha de una mayoría evidente que se enfrenta al Estado totalitario del carnicero de Miraflores y sus pandilleros.
Esto que ocurre en Venezuela frente a las propias narices del resto del mundo, no es una lucha nacional circunscrita al espacio de un país. Es la evidente amenaza que significa la expansión del totalitarismo chavizta, aliado al terrorismo islámico, la guerrilla y el narcotráfico, para subvertir el orden institucional de los países vecinos y el resto de Occidente.
Lo que ocurre en Venezuela es parte de un siniestro plan que también se ejecuta en Nicaragua, se está iniciando en Chile, y se ha materializado en su fase de desplazamiento del poder político democrático en México, Argentina y España. Desde Cuba se planifica y orienta este entramado de la subversión internacional.
No es posible que los venezolanos podamos salir solos de este inmenso cerco al que estamos sometidos por el terrorismo internacional en alianza con fuerzas militares-policiales y paramilitares de la nación. El auxilio político, diplomático y militar de los países democráticos es fundamental para salvar a la población venezolana del esclavismo del terrorismo internacional y sus agentes internos.
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