Quieren revertir el 23 de enero de 1958
No por su perversidad el teniente golpista Diosdado Cabello Rondón, vicepresidente del Psuv, afirma que en “el derrocamiento de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, la clase política y la burguesía traicionaron al pueblo”. En su política de engaño rinde “honor y gloria a Fabricio Ojeda y a los caídos ese día”.
En contradicción, en otro de sus tuits, sostuvo que el espíritu del 23 de enero de 1958 jamás fue un pacto de élites contra el pueblo. Por eso ocurrieron el 27 y 28 de febrero, 4F, 27 de noviembre y con ellos Chávez y la Patria”.
Para su criterio el rescate de la democracia que se dio por un movimiento cívico militar, del cual se cumplen 62 años, es un triunfo de la derecha.
La Iglesia católica lanzó la piedra para resquebrajar la dictadura de MPJ, que lo que llaman revolución está profundizando. El 1° de 1957, en ocasión Fiesta de San José Obrero, el arzobispo de Caracas Rafael Arias Blanco ordenó leer en las Iglesias la Carta Pastoral que “sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión”, reseñaría Gabriel García Márquez.
Dicha Homilía, elaborada por el padre Feliciano González, futuro Obispo de Maracay, que analizaba problemas de trabajadores, aceleró caída de MPJ.
Estimuló la unión de partidos anti dictaduras que parecían irreconciliables: AD, URD, Copei y la dignidad del comunismo, que interpretando a la sociedad civil, constituyeron la Junta Patriótica. Fabricio Ojeda, reportero de El Nacional que cubría la información de Miraflores, la presidía.
También se produjo la rebelión estudiantil del 21 de noviembre, mes en el cual apareció el Comité Cívico-Militar, coordinado por el farmaceuta Oscar Centeno Lusinchi y el teniente (Av) José Luis Fernández.
El dictador MPJ, que se encargó de practicar ejecuciones, torturas, allanamientos y todas las actividades criminales propias de un gobierno militar, se enfureció con el contenido de la citada Homilía que resultó una de las causas que generaron su derrocamiento.
Las prédicas eclesiásticas son rechazadas por la narco dictadura, como lo evidencia el apadrinado y usurpador paisano Nicolás Maduro. “Viene un diablo con sotana a llamar a enfrentamientos, a la guerra civil y agradezco alerta de esta cochinada, porque no escuchamos a bandidos”, arengó contra Monseñor Víctor Hugo Basabe, Obispo de San Felipe.
El menosprecio provino ante el rechazo a recibir en Conferencia Episcopal al impuesto como Presidente de Parlamento.
Además, como administrador Apostólico de Barquisimeto, Monseñor Basabe, en festividad de la Divina Pastora, sermoneó: «Tenemos un pueblo que viven la más aberrante pobreza, que es traicionado por mercaderes de la política vendidos por cuatro monedas y se han puesto a disposición de quienes son causantes de la tragedia que se vive. Solo se mantienen por el apoyo de armas, que son cobardemente volcadas contra el pueblo”.
Otras dictatoriales acciones del narco régimen fueron las tomas por unos 2 mil efectivos militares con el malandraje que designan colectivos como punta de lanza, para impedir el funcionamiento del legítimo Poder Parlamentario.
Cuando MPJ, en el mismo Palacio Legislativo donde funcionaba el Ministerio de Relaciones, se arremetió en 1952 contra la victoria electoral de la oposición representada por URD. Rememoremos: aquella tiranía desconoció la asamblea constituyente elegida e instaló la conformada por 71 diputados entre ellos 21 suplentes llevados por dinero (operación alacrán de entonces).
En 1953 MPJ se convirtió en hombre fuerte, gracias a su cuestionada constituyente. Su período concluiría en 1958 pero, en vez elección convocó un plebiscito y resultó reelecto. Así ocurrió el 23 de Enero 1958, que el actual régimen pretende revertir.
Al margen. Al tildar de basura al Secretario General de la OEA el apadrinado Maduro incurre en doble ofensa: injuria su función democrática y le cubre con lo que es emblema de su desgobierno: la basura.