El ejército rojo y nuestra Fuerza Armada
Después de la Revolución bolchevique de octubre de 1917 se constituyó una milicia fanática denominada la Guardia Roja, la cual tuvo que ser sustituida por el Ejército Rojo tal día como hoy, en 1918. Trotsky fue su progenitor, con el apoyo de Lenín, y Stalin lo fue purgando de supuestos o reales “desviacionistas”.
Estos tres genocidas pensaron que serían inmortalizados. Trotsky fue asesinado por sus compañeros de ruta. Los nombres de las rebautizadas ciudades de Leningrado y Stalingrado volvieron a ser San Petersburgo y Volgogrado, respectivamente. Ese ejército rojo combatió por la libertad en la II Guerra Mundial, pero también toleró las violaciones a los derechos humanos a sus compatriotas, invadió Hungría y Checoslovaquia y, por último, se mantuvo pasivo ante el derrumbe del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética.
Este comportamiento errático es típico de la mayoría de los ejércitos cuyos oficiales a veces son adalides de la libertad y otras cómplices de atropellos.
Venezuela no ha sido la excepción. Unas veces nuestros uniformados intervinieron justificadamente para derrocar o intentar derrocar dictaduras y en otras, equivocadamente, atentaron contra gobiernos democráticos alegando que era necesario enderezar entuertos, lo cual no les corresponde cuando hay un estado de derecho.
Cuando el gobierno no tiene un origen legítimo o viola la Constitución, y los otros Poderes del Estado no intervienen por complicidad o por miedo, la Fuerza Armada tiene la obligación constitucional y moral de contribuir a la restitución de la garantías constitucionales, y no pueden escudarse en que eso le corresponde solo a los civiles.
La Fuerza Armada es una organización piramidal, donde el principio básico es “superior que manda y subalterno que obedece”, por lo que la principal responsabilidad es del Alto Mando. Para el resto de la oficialidad se dificulta cualquier crítica o acción contra la dictadura por la existencia de equipos de espionaje sofisticados, la presencia de muchos infiltrados y que el régimen considera enemigo a cualquiera que exprese un desacuerdo o murmure contra alguna medida o simplemente que sea sospechoso de disentir. Sin embargo, todo oficial debe recordar que obedecer órdenes contrarias a la Constitución es un delito y que cuando esta es violada tiene que contribuir a restituirla.
La actuación de Chávez justificó que la Fuerza Armada le solicitara la renuncia. La demanda a Maduro para que abandone Miraflores y puedan realizarse elecciones transparentes está igualmente justificada. En cumplimiento de la obligación constitucional, muchos de nuestros militares no han permanecido pasivos y han pagado con su vida, cárcel, tortura, exilio, pérdida de su carrera y del bienestar familiar. Chávez, Maduro y sus acólitos han ocultado o minimizado estas acciones de nuestros militares para sembrar desesperanza entre los ciudadanos e incentivar el desprecio hacia la Fuerza Armada.
Al 20 enero de 2020 había 79 oficiales, 53 sargentos y un cabo secuestrados, muchos de ellos torturados y casi todos acusados de instigación a la rebelión. Entre los oficiales hay un general en jefe, un mayor general, tres generales de división, cuatro generales de brigada, 12 coroneles, un capitán de navío, 14 tenientes coroneles, dos capitanes de fragata, 8 mayores, un capitán de corbeta, 6 capitanes, un teniente de navío, 24 tenientes y un alférez de navío. Es decir 45 oficiales superiores y 34 oficiales subalternos.
Cabe mencionar el caso del teniente coronel Igbert Marín Chaparro, quien fue el primero de su promoción tanto en la Academia Militar, como en los cursos realizados, además de graduado con honores en Derecho y Política Internacional en la Universidad Central de Venezuela, quien fue detenido junto con otros siete tenientes coroneles por informar al Alto Mando del malestar en las guarniciones por la escasez de comida y deficiente equipamiento de las unidades militares. Además, son miles los guardias nacionales y soldados que han desertado y cientos de oficiales han pedido la baja, han sido retirados en contra de su voluntad o tuvieron que exiliarse
El descontento en los cuarteles ha aumentado por la intención del régimen de incorporar la llamada milicia como otro componente de la Fuerza Armada, además de la proliferación de paramilitares rojos armados que agreden a la población, y la presencia en nuestro territorio de guerrilleros colombianos y del Hezbollah, así como la incorporación del embajador de Cuba a las reuniones del Gabinete. Todo indica que Maduro, Cabello, Padrino y Ceballos quieren convertir a nuestra Fuerza Armada en una Guardia Roja y eso no lo deben permitir nuestros militares. De no actuar pondrán en peligro la supervivencia de nuestra hoy deteriorada Fuerza Armada.
Como (había) en botica: Un éxito la gira del presidente (e) Guaidó. Solidaridad con nuestro compañero de Gente del Petróleo Domingo Brito, arbitrariamente detenido en El Tigre. Lamentable el fallecimiento de la pundonorosa diputada Addy Valero, que agonizando rechazó el intento de soborno por parte del narcorégimen !No más prisioneros políticos, ni exiliados!