De ilusiones a realidades
El camino puede ser muy largo o más bien rápido. Todo depende de si la fuerza de la ilusión pueda transformarse en fuerza de cambio efectivo. Porque si no, por más real que luzca la ilusión, no será capaz de transformar para bien el presente. Todo esto viene a cuento por los sucesos acaecidos en Venezuela desde el domingo 5 de enero, con la elección de la nueva directiva de la Asamblea Nacional.
Algo muy importante debe destacarse: se abrió la oportunidad de una crisis política de marca mayor, y eso es positivo. El desafío, ahora, es impulsar esa crisis para que pueda convertirse en un turbomotor del cambio que tanto ansía la abrumadora mayoría de la población venezolana. No olvidemos que sin crisis política, sólo habrá continuismo, y sólo con crisis política, no superficial sino sustancial, es que existe la opción de superar el continuismo.
¿Hay «momentum» para ello? Así lo creo. La entrada y posesión de Guaidó y sus seguidores en el hemiciclo de la Asamblea así lo sugiere. Cierto que el asunto está revestido de la habitual confusión en la que cual son habilidosos los patronos cubanos que tutelan a Maduro a y a los suyos. Pero lo que pareció ser un fracaso el domingo se convirtió en una esperanza el martes, y aunque no quiero concentrar estas líneas en los meros detalles ni mucho menos, lo de verdad resaltante es que la crisis política ya no es una simple quimera, sino una posibilidad que puede darse.
O no. Dependiendo de la disposición de los que están llamados a promoverla, porque tienen la representación formal para ello. Si continúa el arrojo de estos días, cuya legitimidad lo justifica, esa crisis política puede acuerparse. Apoyo internacional no le falta, y lo que se necesita es que se vea con claridad que la crisis política es la ruta para detener el derrumbe socio-económico, y para comenzar a aliviar, así sea poco a poco, a la pavorosa crisis humanitaria que destruye al país.
De las ilusiones hay que pasar a las realidades. Pero no a cualquier realidad, o a la realidad en el sentido de una existencia concreta. No. A la realidad entendida como el inicio de un proceso de reconstrucción de Venezuela desde sus cimientos. Y es que esas son las ilusiones que tenemos los venezolanos. Hay que aprovechar la ocasión al máximo. Pasar de la ilusión al cambio de realidad.