Antonio Pérez Cisneros, un civil en la cárcel militar de Ramo Verde
Aquel día mis lágrimas brotaron sin darme cuenta, su mirada tierna y amorosa me hicieron olvidar que se trataba solo de una imagen de la madre de Jesucristo. Había sentido una especie de llamado y tuve una necesidad impaciente de ir a su peregrinación, mi novia se empeñó en acompañarme a lo cual accedí a pesar de que mi deseo era viajar solo para contemplarla como si fuera su único hijo entre aquella multitud.
Desde Caracas, mi ciudad natal, a Barquisimeto donde se encuentra el Santuario Nacional de la Divina Pastora hay una distancia de 358 km aproximadamente en carro que se pueden recorren en unas 4 horas por lo que viajamos el 13 de enero de 2018 para disfrutar de toda la procesión.
Sin ser católico desde muy joven sentí una gran atracción por las diferentes advocaciones marianas y a pesar de que he conocido muchas de ellas ninguna otra me hizo sentir tan profundamente amado y protegido. Estaba tan embelesado que casi no logré sentir los fuertes golpes que me dieron unos hombres de negro que nos pararon en una alcabala fantasma cuando íbamos de regreso a casa y me separaron de mi novia a quien traté de defender sin éxito.
¡Todo fue tan repentino! Esa noche del 14 me encapucharon y secuestraron. Me llevaron a la sede de DGCIM de Boleita donde sufrí toda clase de tratos crueles, inhumanos y degradantes. Mi familia sin saber de mi comenzó a buscarme en todas partes con ayuda de periodistas. Cuando volvieron a casa descubrieron que había sido allanada y algunos rateros se aprovecharon de la situación para llevarse todo lo que pudieron.
¡Nos dejaron sin nada! Todo lo que habíamos adquirido trabajando muy duro, de sol a sol, se lo habían llevado. Le prendieron fuego a lo que quedó. ¡Fue demasiado traumático! Mi pobre viejita casi se desmaya ante aquel escenario infernal.
Por soñar con un mejor país donde todos tengamos las mismas oportunidades me han acusados de delitos que solo aplican a militares en tiempo de guerra como son traición a la patria, rebelión militar y sustracción de efectos militares. Después de 17 diferimientos y 11 meses se llevó acabo la audiencia y el 19 de diciembre de 2018, día de mi cumpleaños, pasé a juicio. Desde entonces estoy en un limbo judicial porque mis representantes legales han hecho lo que han podido sin ningún resultado dado que el tribunal Militar no da respuesta de nada.
En dos años me he deprimido muchísimo principalmente porque no he podido volver a ver a mi hijo. Tuvieron que llevárselo del país por la persecución en contra de mi familia. Lo único que me mantiene firme es el recuerdo de aquella amorosa mirada de la Divina Pastora, a quien he aceptado oficialmente como madre al bautizarme el 24 de septiembre, día de la Virgen de las Mercedes, patrona de los presos. A ella, mi abogada celestial, le ruego todos los días por mi libertad y la de mis compañeros para que termine este infierno en el que nos encontramos tanto nosotros como nuestras familias quienes también viven un desgaste físico y psicológico que difícilmente lograremos superar.
@nasbly