Se acerca la Navidad…
…y, por eso, uno quisiera escribir en este, el último artículo del año, algo alegre, fresco, que dejara un sabor como de turrón pascual en el gusto de los lectores. Pero todo conspira contra ello: empezando porque en la mañana ya me han quitado la electricidad dos veces. No es sino que me siente delante del monitor y encienda el computador para que, ¡zuaz!, los zarandajos de Cadafe bajan el suiche. Si fuera eso solo, pase. Se le aplican las enseñanzas franciscanas y se ejercita la paciencia. Pero es que por donde uno hurgue, salta una noticia, un hecho que te hace salir de tus casillas.
Pongo un ejemplo —comenzando con lo que primero se me vino a la cabeza, no lo más trascendental— lo de las colas para surtir gasolina. Las habíamos experimentado en el pasado. Toda la provincia, desde que llegó el abultado usurpador cucuteño, las sufría. Nunca como las que han estado expiando nuestros hermanos del Zulia, Táchira y Mérida, pero se padecían. Con rabia porque estábamos seguros que el combustible que nos tocaba como una ventaja —quizá la única de ser un país petrolero— el ilegítimo se la estaba mandando a sus jefes en Cubita la bella.
Es que tiene que mostrarles perenne agradecimiento a Raúl y los demás gerontócratas cubiches: si no fuera por ellos, que decidieron salir del pitecántropo barines y poner alguien más obsecuente en el poder, no estuviera ocupando la silla desde donde desmanda y le concede canonjías a sus compinches y a la abultada cuerda de in-laws que les llegaron por el lado de Cilita. Más la chorrera de ministerios, direcciones y contratos que le toca darle a los uniformados (prefiero ese término a “militares”, que no lo son) que le cargan la parihuela y no lo dejan caerse de ella.
Lo que me consuela en la cola es que el charlatán y Drácula de a locha que nos ha tocado en Carabobo se llenó la bocota explicando que era una escasez momentánea debido a que un “mar de fondo” no había dejado atracar el tanquero; pero que entre lunes y martes ¡eso estaba listo! La babiecada la dijo hace una semana y las colas siguen igualitas. Mentiroso igualito que su jefe. Y cree que promocionando unas cervezas igualitas que él, sin sustancia, pura espuma, va a lograr la candidatura del PUS…
Mucho más serio es el reciente invento de los laboratorios de guerra sucia gobierneros para tratar de acabar con la mayoría opositora en la única institución con legalidad que queda en Venezuela, la Asamblea Legislativa. Eso de acusar a varios diputados de intentar tomar cuarteles para robarse unas armas no pasa de ser una nueva versión del cuento de los “paracachitos”. Violando una vez más a “la mejor Constitución del mundo”, las fuerzas del régimen (que no de la patria) entraron por la fuerza en las residencias de dichos diputados, sin esperar que el Tribunal de la Suprema Injusticia les diera luz verde. Que no pueden; pero para lo que les importa eso al moreno Maikel y los demás togados que decidieron olvidar el derecho que estudiaron.
Los únicos que pueden eliminar la inmunidad de los diputados son sus pares parlamentarios. Pero las SS nativas, azuzadas por Jorgito Audi Rodríguez —quien quiere quitarle el campeonato de calumniador irresponsable a José Temiente Rangel— entraron a saco en los domicilios de los escogidos como víctimas y, como siempre, se llevaron pertenencias que jamás volverán a ver los asaltados. Unas poquitas, que no sirven ni como indicio, llegarán ante un juez copartidario como “pruebas del intento de magnicidio”; pero el grueso no aparecerá. Nevermore, como explicaba el cuervo de Poe.
¿Y qué tal lo del aguinaldo en petros? El pago de las acreencias laborales debe ser en la moneda de curso legal, de acuerdo a una muy vieja y reiterada jurisprudencia. Pero no, aquí, actualmente, se hace lo que disponga Su Mondonguda Obesidad, asesorado por tinterillos, rábulas y dizque “economistas”, (economastros, más bien) informó: “Depositaré a los (…) pensionados y pensionadas medio petro, que es equivalente a 30 dólares”. ¿Pero cómo harán para cobrarlo los viejitos pensionados que no tienen conocimiento de computación —mucho menos de criptomonedas, blockchains petroapps y demás zarandajadas de esas? Por aquello de “piensa mal y acertarás”, se me ocurre que eso es solo un artificio para quedarse con un dinero que nadie “minará”, ya sea porque no se tiene el conocimiento para hacerlo; o, los que saben cómo, se niegan a entregar al oficialismo la inmensa cantidad de datos personales exigidos; y otros se han enterado del trabajo sorocho que están pasando quienes creyeron el cuento e invirtieron en ese timo para poder sacar su plata; o porque, simplemente, es demasiado el esfuerzo que hay que hacer para lo poco que se va a recibir. Read mi lips: alguien le va a poner la mano a esos petros no cobrados. Y va a ser alguien que tiene los contactos para convertirlos en divisas de verdad-verdad…
Pero, ¡pa’lante! No queda otra. Tenemos que perseverar; no podemos transigir con este régimen ladrón. Como dijo Scarlet O’Hara en Lo que el viento se llevó: “Mañana será otro día”. Y mientras haya futuro —que nosotros mismos debemos labrarnos, nadie lo hará por nosotros—, habrá esperanza.
Por eso, mis votos finales son para que, además de una Navidad bien cristiana y una noche de Año Viejo alegre (dentro de lo que cabe), todos nos dediquemos, a partir del mero comienzo, a esculpir un 2020 que sea mejor que la piazo’e vaina esta que se está acabando, en el cual se logre el regreso del país a la normalidad y todos podamos volver a disfrutar de la dicha de ser venezolanos.