Más que un partido de fútbol

Opinión | diciembre 15, 2019 | 6:24 am.

Para el próximo miércoles dieciocho de diciembre está previsto que se efectúe el partido programado para el pasado 26 de octubre entre los clubes de futbol Barcelona y Real Madrid.

Se trata de un juego en el calendario de la liga española considerado como un clásico no solo del del deporte español sino igualmente del deporte mundial. Catalogado de encuentro futbolístico del siglo en los últimos años y que movió ya en el 2016 una audiencia directa de unos seiscientos cincuenta millones de espectadores. Así como la atención mundial de aficionados en los cinco continentes, con una envoltura económica por comerciales y derechos de radio y televisión multimillonarios que solamente en la suma de ingresos correspondientes a ambos clubes era equivalente, en ese mismo año 2016, al 0,11% del Producto Interior Bruto español. Algo así como 1,11 euros por cada 1000 del total de la economía española en dicho periodo, según cifras publicada por especialistas del sector.

De ahí la trascendencia e impacto mundial que el encuentro pendiente entre ambos conjuntos tiene en las actuales circunstancias políticas que se viven en España con un gobierno del Psoe que arribó al poder con la complicidad de los partidos y grupos separatistas y que si bien ha ganado por dos veces en lo que va de año las elecciones, lo ha hecho en ambas con mayorías relativas. Es decir, minoritarias e insuficientes para conformar un gobierno por sí mismo, viéndose en la necesidad de pactar con otras fuerzas políticas.

Sin embargo, lo ha hecho con aquellas que, contra toda lógica de Estado, si por Estado entendemos la integración de una población, de un territorio y de un gobierno en una sola entidad politico-territorial, mantienen objetivos y metas en sus estatutos e ideario, contrarias y opuestas a las del Estado español dentro del cual se desenvuelven jurídicamente. Y es que sentido común y lógica en esta materia pareciera que no son lo mismo y que se prefiere seguir debilitando las bases del sistema y del propio Estado a hacer pactos, por ejemplo, con el principal partido opositor que llegó en segundo lugar en las pasadas elecciones, tan solo por el hecho de que es de derecha, cuando lo normal en la política es precisamente ese tipo de acuerdos entre las fuerzas mayoritarias.

De ese modo y como si la gente fuese lerda prefiere seguirse hablando, por parte del PSOE, de desbloqueo, con una connotación dirigida a dejar el mensaje de que es la derecha la que bloquea cualquier pacto de aquel tipo y que no le queda, por lo tanto, más remedio a Pedro Sánchez que buscar arreglos con los grupos separatistas catalanes.

Y es así, como después de varias semanas de actos virulentos en Barcelona que fueron vistos internacionalmente a través de los medios y a los cuales el actual presidente de España no hizo una sola referencia, se pretende jugar un partido de futbol que, de llegar a concretarse, a tres días del mismo todo parece indicar que sí, no se conoce aún bien en qué circunstancias se desarrollará.

La información que se tiene al respecto es casi ninguna y lo único que puede apreciarse es que las amenazas de grupos segregacionistas como los CDR, la ANC o el más extremista Tsunami Democrátic, amén del propio gobierno regional catalán, han venido cambiando de tono en los últimos días, con toda probabilidad debido al hecho de las reuniones secretas que el gobierno en funciones de Sánchez lleva a cabo con las organizaciones políticas separatistas negociando que dar a cambio, para que el partido se efectué el próximo miércoles.

No sabemos con certeza que resultará de todo eso, pero si juzgamos por el talante demostrado hasta ahora por Sánchez y tomamos adicionalmente en cuenta el inconveniente de la fecha acordada para este juego entre el Barcelona y el Madrid, pues se encuentra en medio de un acuerdo mucho más grande, de proporciones nacionales y de interés general tanto para los españoles como para el propio Psoe que debe buscar los votos parlamentarios necesarios para poder formar un gobierno y evitar unas nueva elecciones, es predecible intuir que el gobierno de Sánchez tendrá que ceder a los independentistas algunas prendas importantes cuyo alcance y efectos no creemos puedan ser vistos de inmediato, ni a corto plazo.

Los separatistas catalanes quieren garantías de que el próximo gobierno de España se sentará con ellos a negociar la independencia de Cataluña. Lo mismo que han venido pidiendo los del Tsunami Democrátic hasta ahora, solo que con una diferencia importante. Mientras que este grupo radical quería que esa petición fuese acordada y mostrada en la grama del Camp Nou donde se jugará el clásico, para que cientos de millones lo vieran en todo el mundo, a Joaquim Torra, presidente del gobierno catalán y a la cúpula oficial de separatismo, no creemos que esto de la publicidad les parezca tan de vida o muerte, conformándose seguramente con que Sánchez firme algo que sirva de aval de eso mismo aunque no se publiqué, si quiere ser presidente.

De manera que mientas esta lógica malsana continúe, pues el partido debía haberse jugado antes de los pasados comicios del 10 de noviembre en un terreno neutral, para evitar precisamente la posibilidad de que pueda ser usado como moneda de cambio, todo parece indicar que no volverá a posponerse. Lo que no se sabe es bien es a cuál costo, ni qué precio tendrán que pagar los españoles.

Ojalá, en verdad, nos equivoquemos.

@xlmlf