Aquellas promesas, estos lodos
1. Confiar en la amnesia de las sociedades puede resultar útil para dirigentes que surfean sobre sus propias ofertas. Se ha dicho con cinismo que una cosa es lo que se ofrece en las campañas y otra lo que se realiza desde el gobierno. No es cinismo del todo: lo ofertado es lo que dimana de una parcialidad que aspira a ganar las elecciones, pero una cuestión diferente es construir las mayorías parlamentarias y de opinión pública para hacer realidad aquello; lo que siempre lleva a cambios, demoras, adiciones, que terminan en un muñeco diferente al imaginado.
2. Tales son las dinámicas de la democracia. En el fondo es un sistema de pequeños y sucesivos ajustes escasamente dramáticos que conducen a realizaciones, producto de consensos cuando no hay mayorías aplastantes; y los consensos nunca son producto de una sola voluntad sino de varias, su encuentro y síntesis.
3. Sin embargo, hay promesas de promesas. En estos veinte años de construcción y consolidación de la Corporación Criminal, la oferta básica de Chávez y de la etapa degenerada del chavismo encabezada por Maduro fue propagar bienestar para las mayorías. Al observarse el resultado, la cúpula podrida de los rojos ha sido condenada de manera irreversible. No hay maroma que haga que acepte el incumplimiento de su promesa esencial. Ninguna de las babosadas proferidas desde los micrófonos del Averno pueden cubrir de olvido lo que alguna vez movilizó multitudes.
4. Del mismo modo ocurre en los sectores que se oponen al régimen criminal. Su oferta básica ha sido a lo largo de los años la eyección de los que ocupan Miraflores y sus cercanías. Todas las demás ofertas han sido formuladas sobre la base de la idea de que contribuirían al logro de la principal. Razones pueden ser esgrimidas; unas con más propiedad y otras con menos; unas legítimas y otras tramposas para encubrir tratativas por debajo de la mesa. Lo cierto es que la molienda del liderazgo opositor ha sido inclemente a lo largo de los años por la falla esencial descrita.
5. Hay cuestiones a las que la amnesia política puede cubrir con su benéfico manto. Candidaturas que no debieron ser. Campañas electorales con augurios menores. Gestiones nonatas en alcaldías y gobernaciones, entre otras. Pero, no es previsible que la Gran Oferta, la del fin del régimen o, en palabras de Guaidó, “el cese de la usurpación”, sean objeto del borrón y cuenta nueva.
6. La Gran Oferta pasa inexorablemente su factura a los que teniendo el comando opositor la han formulado. Así suele ocurrir con los compromisos que se constituyen en determinados momentos en esenciales para las sociedades. En otras latitudes los líderes políticos o empresariales renuncian. En las nuestras prefieren confiar en la ausencia de memoria.
7. No es ánimo de deponer “lo que hay”. Sino reconocer, con cierta tristeza, que no hay más de lo que había.