Mangos bajitos en la región
1. La cadena de protestas en la región ha producido perplejidad, aunque no debería. En América Latina y el Caribe hay déficits democráticos que es necesario encarar. Precisamente por esos déficits es que llegan malandros y aventureros al poder.
2. Es cierto que la pezuña del Foro de Sao Paulo y ahora el rabillo de su pequeño y retorcido engendro del Grupo de Puebla están metidos en la instigación violenta; pero ellos surfean las olas que estimulan pero no crean.
3. Tengo la convicción de que el 27 de febrero, el Caracazo, fue, en su inicio, un movimiento espontáneo potenciado por los medios de comunicación que convirtieron –algunos a conciencia- un incidente local en una turbulencia regional. Pero que no fueron hechos creados por la izquierda insurreccional sino sobre los cuales ésta cabalgó con presteza.
4. Los movimientos insurreccionales de la región, antes y ahora, siempre se han preparado para el día del Armagedón. Muchos de sus miembros han envejecido lubricando los fusiles y guardando dinamita para el día del Juicio Final y cuando encuentran lo que suponen son “las condiciones objetivas” se lanzan por la pendiente a ver qué resulta.
5. El papel de los medios de comunicación cuando apenas cuaja un embrión insurreccional es de multiplicarlo como noticia y como nuevo estadio a partir de lo cual se agregan nuevas capas de protesta y acción. Eso que ocurre para los insurrectos de la vieja izquierda, también ha sido factor de multiplicación para las primaveras democráticas y nuestros procesos latinoamericanos, el venezolano y boliviano reciente, en particular.
6. Por supuesto que Fidel Castro siempre se vio animado a provocar la guerra revolucionaria, fuese por la vía guerrillera o por la de levantamientos populares, a los cuales preveía combustible; pero los descontentos estaban y están allí.
7. La lucha contra la corporación criminal de Chávez y Maduro, vuelta causa para buena parte del mundo democrático, no puede obviar que antes de la furibunda ola de desestabilización que conocemos, había una demanda por reformar y actualizar las instituciones del Estado. La exigencia para producir cambios fundamentales en las sociedades no venía de esa izquierda insurreccional sino de las corrientes democráticas contemporáneas.
8. Son muchas las razones por las cuales existe esa exigencia urgente, la fundamental de las cuales es la ruptura entre representantes y representados, entre los de abajo y los de arriba. Los instrumentos clásicos de representación están en crisis en casi todo el planeta: partidos, gremios, sindicatos, federaciones estudiantiles y ONGs.
9. La simultaneidad de las protestas puede aludir a las manos peludas de los rojillos, pero también a los mecanismos de identificación que procura la instantaneidad de la información.
10. No regalemos la demanda de cambios al Foro de Sao Paulo.