El deber y la adaptación
Muchas veces cuando hablamos del progreso de nuestras ciudades cuando disertamos sobre tópicos como el desarrollo sustentable, cuando discutimos sobre los derechos de cada uno de los ciudadanos, y las responsabilidades que las autoridades deben asumir, nos olvidamos de un aspecto muy importante: El Deber.
Cada uno de nosotros, si queremos ser ciudadanos y no simplemente residentes, tenemos que exigir nuestros derechos a la par de cumplir con nuestros deberes.
En la mayoría de los casos somos muy decididos a exigir derechos, sin embargo nos olvidamos que existen deberes que como ciudadanos debemos cumplir, nos olvidamos de las normas que tenemos que acatar y de las leyes que se deben respetar.
Y esto es muy importante, una ciudad a plenitud no se hace solamente con autoridades eficientes, sino que se alcanza a través de ciudadanos activos, comprometidos y que saben reconocer los alcances de sus derechos y los puntos claros de sus deberes.
Cuando se converge una ciudadanía participativa y activa con gobiernos abiertos, transparentes y eficaces podemos aproximarnos a aquello que Tomás Moro escribió en su “Utopía” o a aquella ciudad imaginaria plasmada por San Agustín de Hipona en su libre de “La Ciudad de Dios”.
El atacamiento de las normas por parte de nosotros permite una mejor convivencia social, facilita la existencia y posee una repercusión en la calidad de vida de los moradores de una ciudad en particular.
No obstante, la vigencia de las normas se va modificando con el paso del tiempo. Sí, las ciudades son entes vivientes, que cambian con el paso del tiempo, que necesitan innovarse y reinventarse a sí mismas, he aquí otro aspecto donde toma relevancia el papel de un ciudadano ávido, activo y participativo, que sea motor de esos procesos sociales y que se acople a las necesidades del entorno.
En la actualidad nuestras ciudades no son enclaves aislados de un todo superior, sino que todos estamos entrelazados; la tecnología acortó distancias, la sociedad ha venido borrando fronteras de todo tipo, y, por ejemplo, el crecimiento de ciudades en Europa tiene un impacto directo en las percepciones de los habitantes de América y recíprocamente.
La globalización, como lo decía Marshall Mcluhan ha convertido a las sociedades en una “aldea global”, donde los avances de un punto tiene impacto en otro. Es por ello, que las ciudades buscan modernizarse, adaptarse y apuntar hacia la excelencia.
Es por ello que debemos ejercer nuestra ciudadanía, en la exigencia de nuestros derechos, pero también en el cumplimiento de nuestros deberes. Hacernos parte de ese núcleo de acción que trabaje para conseguir como resultado políticas públicas ajustadas a nuestras necesidades reales.
Ya que no podemos olvidar, que a pesar de las tendencias mundiales como de las innovaciones tecnológicas y de comunicación, cada ciudad es particular, debido a que incide en ella la idiosincrasia de cada cultura, su ADN social, por lo cual los avances deben ir alineados a las necesidades de cada ciudad.
Y todo esto pasa por aceptar que somos ciudadanos con deberes que cumplir, siendo el más importante el participar en el desarrollo de nuestras ciudades.
Junta Directiva Nacional del CIV y Presidente de la ONG Gente y Ciudad
@malemalaver